GIBSON, John, HUEMER; Wolfgang, POCCI, Lucca (eds.), A Sense of the World. Essays on Fiction, Narrative and Knowledge, New York and London, Routledge, 2007, 344 pp., ISBN 978-0-415-70191-4.

 

El problema del cognitivismo literario hace referencia a cómo aprendemos a partir de las obras de literatura imaginativa, es decir, cómo la literatura podría funcionar para comunicar el conocimiento de la realidad extra-literaria. Se inserta en una perspectiva más amplia, la de dar sentido al interés que tenemos en las obras de arte literarias. La literatura, ¿añade algo a nuestro conocimiento de la realidad o asume solamente nuestro conocimiento de la realidad? Hay muchas cuestiones que hay que responder, de manera que esta obra es interdisciplinar, con filósofos y teóricos de la literatura. La primera parte, “Conocimiento a través de la ficción literaria”, contiene un artículo de Peter Lamarque en el que defiende que la capacidad de la obra literaria para ofrecer verdades o conocimiento es irrelevante para su valor de obra literaria. Lo literario consiste en la conexión íntima entre el modo de darse el contenido y el contenido mismo, que no se da en la ciencia o en la filosofía. Noël Carroll afirma que una consideración de la novela realista revela la implausibilidad de un argumento escéptico global relativo a la imposibilidad de tratar las obras literarias como vehículos de conocimiento. Hay una conexión entre algunas obras de arte literario y el conocimiento. Carroll defiende que algunas obras de arte poseen valor cognitivo en virtud del conocimiento que permiten. Pero no es algo que pertenezca al arte qua arte. Catherine Elgin modela las obras de ficción sobre los experimentos mentales filosóficos: las obras de ficción son experimentos mentales que promueven el conocimiento al ejemplificar rasgos y sacar sus consecuencias. Las no-verdades que constituyen una ficción tienen valor cognitivo porque nos permiten discernir las verdades que de otro modo no veríamos o no con tanta claridad. Susan Feagin sostiene que entre nuestra búsqueda cognitiva básica está el intento de comprender a otra gente: por qué hacen lo que hacen y piensa lo que piensan y sienten lo que sienten. Bernard Harrison estudia el cargo común de que escribir ficción sobre el Holocausto es inevitablemente inmoral, porque la ficción siempre falsifica la realidad y se muestra en contra de ello. Para ello diferencia con claridad las funciones del lenguaje científico y el literario. Lo que literatura puede hacer, y el discurso objetivo no puede hacer por su propia naturaleza, es mostrarnos qué se siente al habitar un Lebenswelt constituido por un conjunto no familiar de prácticas, al permitir realmente al lector convertirse, brevemente, en un habitante (en lo que es sin duda un sentido vagamente heideggeriano de "habitante") de ese Lebenswelt.  Luca Pocci explora la desaparición de la crítica literaria en la teoría literaria en la segunda mitad del siglo XX y analiza el proceso hermenéutico de comprensión de un texto. Esta parte concluye con un capítulo en el que Anthony Nuttall reflexiona sobre la capacidad de mantener un vínculo representativo entre la ficción y la realidad incluso cuando se abandonan las convenciones del realismo.

La segunda parte “Narrar mundos y yoes” abre la consideración del valor cognitivo de la ficción a una discusión más amplia sobre la naturaleza y las metas de la narrativa literaria. Arthur Danto se opone al carácter cognitivo de la literatura, al carecer de referencias extraliterarias. La propuesta de Danto es que debemos ver las narrativas literarias como relacionadas con la realidad no por medio de la representación lingüística, sino a través de un acto de identificación metafórica por parte del lector. Richard Eldridge asume el proyecto de explicar cómo la estructura de narrativas literarias es parte de la búsqueda amplia para encontrar un modo de expresión adecuado para captar la significación de nuestras experiencias característicamente humanas. Garry Hagberg sostiene que los elementos que dan sentido en un argumento ofrecen a los lectores herramientas para dar forma y estructura a sus propias narrativas vitales. Lubomír Dolezel examina el reto de varias teorías postmodernas contra la distinción entre las narraciones históricas y ficcionales del pasado. Para ello debe analizar una filosofía del lenguaje que niega al lenguaje un acceso referencial al mundo, impone un status dependiente del lenguaje a los hechos y enfatiza la relatividad pragmática del concepto de verdad. Brian McHale se pregunta si las narrativas literarias están imposibilitadas para hacer una tarea cognitiva. Explora la naturaleza de la mise-en-abyme y en ese juego cree que se dan modos inesperados en los que se muestra un reflejo del mundo real, prestando atención especial a El Quijote. Linda Hutcheon explora el potencial de las narraciones literarias para ofrecer historias de cómo nos conocemos unos a otros y al mundo, de ahí su importancia en la educación.

La tercera parte “Lo poético, lo dramático y lo real” se abre con un artículo de Eileen John sobre el valor cognitivo de la poesía. Los poemas ponen ante nosotros combinaciones inesperadas y desestabilizadoras de objetos de interés humano y así nos permiten contemplar pautas de conexión entre esos objetos. Los capítulos de Wolfgang Huemer y Frank B. Farrell estudian cómo las obras poéticas ofrecen valores cognitivos, lo que es una clave para entender cómo lo hace las obras literarias en general. Huemer afirma que el valor cognitivo de la literatura está en su capacidad para enseñarnos a hacer cosas: nos permite hacer más movimientos en el juego de lenguaje, y amplia el espacio lógico en el que nos movemos. Para Farrell, la literatura es cognitivamente fértil de un modo interesante sólo si la obra se está haciendo por rasgos específicamente literarios. Charles Altieri examina El cuento de invierno de Shakepeare y contra Stanley Cavell afirma que una mirada más profunda a los rasgos poéticos y dramáticos de la obra de Shakespeare revela modos más interesantes que el conocimiento en los que una obra puede comprometernos.

La cuarta parte, “Imaginación, objetividad y cultura” cierra el volumen con discusiones sobre esos temas. Comienza con un breve capítulo de Kendal Walton sobre el papel de la imaginación en la apreciación de la ficción. Frente a Walton escribe Joseph Margolis para quien el make-believe waltoniano nos fuerza a considerar ficcionales muchos elementos de una novela que no son propiamente objetos imaginativos, especialmente aquellos elementos de una obra literaria que intencionalmente son expresivos de la realidad. Alex Burri, contra el presupuesto filosófico común, y siguiendo a Thomas Nagel, de que el éxito cognitivo consiste en conseguir una representación cada vez más objetiva de la realidad, sostiene la importancia de las prácticas y las pesquisas que exploran la dimensión subjetiva de la realidad humana. La investigación artística en la naturaleza subjetiva de la experiencia podría equilibrar la investigación científica en la naturaleza objetiva de lo real. El libro se cierra con una contribución de Wolfganag Iser sobre la naturaleza de la cultura. La calidad de las reflexiones y de los autores que las han gestado no deja lugar a dudas del interés de este libro.

 

Sixto J. Castro