GROYS, Boris, Sobre lo nuevo. Ensayo de una economía cultural, traducción de Manuel Fontán, Valencia, Pre-Textos, 2005, 249 pp., ISBN 84-8191-648-X.

 

En esta obra, Groys estudia el concepto de lo nuevo, que considera como una transmutación de valores. En cada producto cultural se consuma una transmutación de valores que dota de valor a la personalidad de su autor. Para desarrollar esta intuición, Groys comienza por estudiar lo que denomina la lógica cultural-económica de la transmutación de los valores culturales. Lo nuevo es algo que tiene una relación muy peculiar con el pasado y el futuro, y tiene mucho que ver con la filosofía de la historia que se asuma. Lo nuevo no es sólo “lo otro” que la tradición, sino que es algo valioso que concede al presente la primacía sobre el pasado y el futuro. Y lo nuevo no es lo diverso inauténtico. La lógica económica de la transmutación de los valores es la ley de la cultura en cuanto tal, pues la cultura es siempre una jerarquía de valores y cada acción cultural confirma esa jerarquía, la modifica o, la mayor parte de las veces, hace las dos cosas a la vez. Lo nuevo no es lo utópico. Cuenta mucho más lo original que lo verdadero o lo originario, tal como viene impuesto por el propio sistema de transmisión de ideas, con el peso de las interpretaciones conformadoras de realidades.

Groys trata de reconstruir la lógica cultural-económica y los criterios por los que una determinada actividad cultural, sin necesidad de invocar poder alguno o revelación de alguna verdad oculta, es reconocida como nueva, es decir, intenta comprender por qué determinadas comparaciones, identificaciones y diferencias nuevas reciben el reconocimiento de la sociedad y se las integra en la memoria histórica y así configuran los criterios por los que se define qué sea la verdad y qué el poder, qué sea lo diferente y qué lo idéntico. Examina la memoria cultural organizada, constituida por bibliotecas, museos y archivos, que es la que determina qué es lo nuevo: lo otro valioso de esa memoria, procedente del espacio profano y que, enfrentado con lo ya culturalmente reconocido, adquiere ese mismo estatuto, en virtud de un proceso de transmutación valorativa exigido y archivado por la memoria cultural. La innovación consiste sobre todo en el gesto igualitario que equipara la cultura valorizada y el espacio profano, en un juego de presiones entre ambas instancias. Si la frontera que separa ambas instancias se cruza con éxito, entonces acontece una innovación, de modo especial si las obras de arte con pretensiones culturales más elevadas se ponen en relación con las cosas más profanas, lo que da lugar a un desplazamiento de las fronteras axiológicas y posteriormente a la siguiente innovación. Es el mecanismo innovador de la “entera cultura europea” (p. 122), Esta idea apunta a los ready-mades, especialmente a la obra de Duchamp, como transmutadores de valores. Groys afirma que la pregunta “qué es arte” no es idéntica a la pregunta por las relaciones entre lo valioso y lo profano. Para él es fácil producir arte claramente identificable como tal, pero no se considera como valioso o digno del museo porque no es originario ni innovador, más bien se lo tiene por kitsch. Contrariamente, el arte de Duchamp, o el de Andy Warhol, son valiosos, precisamente porque no pueden aceptarse sin más como arte. Esta afirmación (pp. 103-104), es taxativa, pero es más que discutible. Groys insiste en la capacidad de la obra para argumentar su pertenencia al ámbito del arte y escapar de lo profano, al igual que hacen las teorías novedosas. Pero ese es un gran problema: equiparar arte y teoría. Igualmente, Groys es demasiado bondadoso con los ready-mades, como signo positivo de la libertad del artista. También se pierde un tanto en hacer asociaciones libres sobre la Fuente de Duchamp (p. 116), simpáticas, pero que a los que Duchamp nos parece el personaje más sobrevalorado en el mundo del arte del siglo XX no nos convencen en absoluto. En todo caso, Groys analiza con mucho detalle la dialéctica profano-cultural, realidades que comparten una frontera más o menos lábil, tal como se constata en la obra de arte, y que están en una constante invasión territorial, con ganancias y pérdidas mutuas, y con el consiguiente juego de destrucción y reconstrucción del archivo cultural. Esta lógica cultural invade todos los elementos, incluido el autor. Se trata de una obra imprescindible, muy bien razonada. Se convertirá en un clásico.

 

 

Sixto J. Castro