FALZON, Christopher, Philosophie Goes to the Movies. An introduction to philosophy, London and New York, Routledge, 2002, 230 pp., 23,5 x 15,5 cm., ISBN 0-415-23741-6 (pbk).

 

Superando los prejuicios clásicos de la filosofía hacia la imagen en pro del concepto, Falzon plantea esta obra como un intento de presentar el cine como un medio de ilustrar y discutir ideas filosóficas, relativas al yo, a la moralidad, a la existencia política y social, etc. Claro que la filosofía se ha valido siempre de imágenes: el mito de la caverna, que ataca la imagen, es él mismo una imagen. Las imágenes son una constante en el pensamiento filosófico, y ellas mismas son ya filosofía en cierto sentido. ¿Quién no recuerda el asno de Buridán? En el cine hay toda una serie de representaciones de caracteres, temas y situaciones en las que las ideas filosóficas se encarnan y a las que podemos volver para iluminar y provocar el pensamiento filosófico, pues las películas son textos que favorecen múltiples lecturas. Falzon comienza por caracterizar lo propio de la filosofía y a partir de ahí estructura el libro según lo que él considera las grandes áreas de interés filosófico: el conocimiento, el yo, la moralidad y la existencia social y política, recorriendo en cada capítulo el espectro temporal que va desde Platón, pasando por el medievo, hasta los pensadores modernos, aunque también hay referencias a los contemporáneos. El autor concede que se ha visto obligado a seleccionar tópicos filosóficos y que, necesariamente, ha tenido que excluir algunos. En este sentido, esta obra "no es tanto una introducción a la filosofía utilizando el cine cuanto una manera de usar la filosofía para iluminar aspectos del cine" (p. 15).

El primer capítulo está dedicado a la teoría del conocimiento, comenzando por el inevitable análisis de la Caverna de Platón (trasunto de la moderna sala de cine), utilizando en su provecho "Cinema Paradiso" (Guiseppe Tornatore), "El Conformista" (Bernardo Bertolucci), "La naranja mecánica" (Stanley Kubrick); sigue la presentación de Descartes, su demonio y el problema que plantea de distinguir el sueño de la realidad, ejemplificado en "Desafío total" (Paul Verhoeven), "eXistenZ" (David Cronenberg) y, cómo no, "Matrix" (Andy y Larry Wachowski, 1999), entre otras. El riesgo cartesiano de solipsismo aparece en "Dark Star" (John Carpenter). Sigue con los empiristas y el problema de la interpretación de los datos sensibles, con, entre otras películas "La ventana indiscreta" (Alfred Hitchcock). A continuación aborda la síntesis kantiana y el problema de que si no todos los hombres comparten las categorías, caemos en el relativismo, ejemplificado en "Rashomon" (Akira Kurosawa), "Doce hombres sin piedad" (Sidney Lumet), y examina la pugna entre los defensores de un concepto incondicionado de verdad frente a los que defienden una verdad condicionada, perspectivista.

El segundo capítulo se centra en el problema del yo y la identidad personal. Comienza de nuevo por Platón y su análisis tripartito del alma y continúa con la idea del yo en el pensamiento moderno, deteniéndose en la división también tripartita de Freud, a partir de la cual analiza, basándose fundamentalmente en las versiones cinematográficas de la obra de Stevenson "Dr. Jeckyll y Mr. Hyde", los componentes de bondad y maldad ínsitos en la naturaleza humana, y a partir de ahí expone la cuestión del dualismo cartesiano y los problemas que plantea para la filosofía de la mente, al igual que la pregunta por qué es lo que nos constituye en la misma persona a lo largo del tiempo, centrándose en Locke y su afirmada continuidad de razón, conciencia y autoconconciencia, es decir de la memoria, que queda detallada en varias películas, al igual que los problemas que esto plantea, como qué es lo que constituye a la persona como tal. Todo esto lo remite a "El hombre elefante" (David Lynch), "El enigma de Kaspar Hauser" (Werner Herzog), "2001: una odisea en el espacio" (Stankey Kubrick).

El capítulo tercero se centra en filosofía moral. ¿Por qué obramos moralmente? Empieza con Platón y los problemas que su planteamiento presenta, ejemplificados en recientes películas. De ahí pasa a la concepción cristiana, ilustrada sobre todo en obras de Bergman. Y sigue la doctrina kantiana del deber, claramente presente en "Sólo ante el peligro" o "Casablanca". Tras ella estudia la doctrina utilitarista y los problemas que plantea. Y el existencialismo, con su propuesta de decisiones libres sin fundamento, que plantea una serie de problemas, reflejados, por ejemplo, en "Azul" de kieslowski.

El capítulo cuarto se dedica a la filosofía social y política, empezando de nuevo por Platón, ejemplificado en cierto modo en "Hormigaz" (Eric Darnell, Tim Johnson), y siguiendo con el liberalismo de los siglos XVII y XVIII y las críticas que le pone el marxismo, especialmente la de considerar al hombre como un ser presocial, pero el colectivismo tiene problemas, como se ve en "1984". Finalmente estudia la estructura del poder, sirviéndose de Foucault.

El capítulo 5 se centra en el análisis de la relación entre sociedad, ciencia y tecnología, comenzando por el estudio de las utopías científicas modernas, con su creencia en el progreso científico, y el conflicto fe-ciencia, la ciencia como sustituta de Dios, con los riesgos que ello implica, mostrados en diversas películas, como Gattaca (Andrew Niccol), tales como la progresiva deshumanización. El capítulo 6 se dedica al pensamiento crítico, es decir, sobre el razonar y el argumentar, sobre las falacias, un buen número de las cuales se encuentran en la citada "Doce hombres sin piedad", que aparece así casi como un tratado de teoría de la argumentación incorrecta, volcada en un pensamiento cerrado al que se opone la importancia del pensamiento crítico, como un resumen de todo lo dicho anteriormente. El libro finaliza con un breve glosario de términos y autores

La obra de Falzon incide varias veces en las ideas fundamentales de los pensadores, de manera que casi parece un libro de texto de filosofía que muestra cómo el cine ejemplifica a los diversos autores. Por ello, es ideal para principiantes y para profesores que quieran utilizar cine como material didáctico para explicar filosofía.

Hemos de hacer notar un pequeño error al hablar de "El nombre de la Rosa" (pp. 46-47 y p. 155), donde afirma que en la película de Jean-Jacques Annaud, Bernardo Gui abandona la abadía sin ser derrotado. Eso no sucede en la película, donde el inquisidor, por motivos hollywoodianos, tiene un horrible final, sino que es lo que acontece en la obra homónima de Umberto Eco, en la que se basa la película, y en la cual, efectivamente, Gui se marcha con sus condenados a Avignon. Aún hay otro despiste en la p. 96, donde pone como director de "Sólo ante el peligro " a Fred Zimmerman, cuando en realidad es Fred Zinnemann.

 

Sixto J. Castro