KUSPIT, Donald, The End of Art, Cambridge, Cambridge University Press, 2004, 208 pp., 23,5 x 15,5 cm., ISBN 0-521-83252-7.

 

La obra no puede ser más clara. Comienza con una serie de citas bastante críticas con el arte de nuestro tiempo que indican al lector por dónde va a ir la cosa y se hace eco de las quejas de Frank Stella hacia el arte contemporáneo al hilo de una exposición celebrada en el MOMA en 2001. A continuación desarrolla la tesis de la banalidad de buena parte del arte contemporáneo, continuando con un análisis de las ideas de Duchamp sobre el proceso creativo (más importante que la obra como tal), en términos de transferencia psicoanalítica, y sobre lo estético, idea que también aparece en Newman, aunque de modo distinto en ambos, si bien los dos coinciden en que lo estético no está ligado al proceso de hacer una obra de arte, la cual se convierte en algo anti-estético, o como dice Kuspit, post-estético, que, en el caso de Duchamp, busca negar la finalidad del juicio estético y que exista algo así como una experiencia estética. Pero Kunspit insiste, con abundantes referencias textuales y artísticas, en la necesidad de un arte estético, mostrando el fracaso artístico de buena parte de los artistas post-estéticos, que han convertido el arte en una serie de cosas para las que no es ni el único ni el mejor vehículo. Duchamp es el que anuncia también la ruptura entrópica del arte, el fin del arte bello, la destrucción de lo estético, su único logro, a decir de Kuspit, que emprende una crítica inmisericorde contra él y contra los apropiacionistas del arte postmoderno, que han llevado al arte a su agotamiento y al abandono de la conciencia crítica, exactamente lo opuesto a lo que había sucedido con los artistas modernos. Post-arte y banalidad van de la mano, podría decirse y de ello se encarga de poner bastantes ejemplos Kuspit, como algunas obras de Damien Hirst o de Martin Creed, es decir, los habituales concurrentes al premio Turner, con la correspondiente desaparición de fronteras no sólo entre arte popular y arte culto, sino entre arte y no arte. Hay un constante reclamo a lo estético en el arte, así como una denuncia de la renuncia a la subjetividad en el post-arte, en pos de lo social, con la desaparición del inconsciente y de otras fuentes alternativas de creación en favor de un positivismo huero que convierte a todo el post-arte en una farsa. Analiza igualmente la religión del arte, desaparecida por completo en el ámbito del post-arte, con una visión crítica de Andy Warhol y de la ecuación arte-dinero-controversia-lo efímero, que ha acabado con cualquier misión humanizadora, espiritualizadora, etc. del arte. Finalmente, Kuspit se pregunta si en el arte contemporáneo la noción de obra maestra sigue vigente, y él la encuentra en el movimiento de the New Old Masters.

Esta obra ha provocado bastante polémica en el mundo del arte anglosajón, donde algunos críticos la han calificado de reaccionaria, que es lo peor que se puede decir, postmodernamente, de algo. Y sin embargo, ha movido el pensamiento sobre el arte, algo que hay que valorar, porque hay algo en nuestra conciencia (si se puede usar este término) que nos dice que hay algo que no funciona como debiera en el mundo del arte. Y aunque sólo fuera por eso (y no sólo es por eso) este libro habría de ser recibido con los brazos abiertos. Yo lo he hecho, pues Kuspit ha dado voz a muchas de las cosas que me rondaban por la mente, y no creo que yo sea el único de los mortales que piensa como él.

 

Sixto J. Castro