AZÚA, Félix de, Diccionario de las Artes, Argumentos, Barcelona, Anagrama, 2002, 310 pp., 22 x 14 cm., ISBN 84-339-6182-9

 

Félix de Azúa ha mostrado sobradamente su saber hacer tanto en el qué decir como en el cómo decirlo. Prueba de ello es este diccionario de las artes, reedición ligeramente corregida del aparecido en 1995. Se trata, como el mismo autor nos advierte, aunque al lector no se le escapará, de un ensayo disimulado bajo la forma de diccionario, resultado, en sus términos "de una diversión" sin pretensión de convertirse en un tratado sobre las artes. Ojalá todas las diversiones diesen frutos tan gratos y sabrosos como este diccionario, cuya lectura es sumamente grata. Aunque, en honor a la verdad, más que de un ensayo se trata de una multitud de ensayos reunidos bajo el epígrafe general de Arte, que revela, aparte del obvio conocimiento sobrado de la materia por el autor, un estilo literario y filosófico sumamente agradable, no exento de notas de ironía, que, personalmente recomiendo leer de un tirón, porque se deja, y no por entradas, aunque el autor autorice esta posible aproximación. Cada una de 53 las entradas, cuya selección por parte de Azúa forma parte de ese divertimento que constituye el diccionario –puesto que ni es todo lo que está ni está todo lo que es el arte–, algunas más acrisoladas, otras de reflexión completamente libre y de tratamiento breve, se cierra con una mínima bibliografía que pretende abrir puentes a posibles lecturas ulteriores. Personalmente sólo pondría una objeción: la entrada "obra de arte" hubiera requerido de mayor atención, lo que quizá no suceda con las otras, que se encuentran perfectamente acabadas y dan perfecta cuenta de la intención del autor. Pero no es el caso de la mentada que, para mí, hubiera de ser uno de los puntos nucleares del diccionario. Para los correctores de una posible reedición, señalamos algunas erratas: "exijiera" en lugar de "exigiera" (p. 69); "sinae" en lugar de "sine" (p. 74); Shönberg en lugar de Schönberg (p. 110); "schonheit" en lugar de "Schönheit" (p. 133). Es de notar la pertinencia de la relación de filiación que Azúa establece entre Iris y Eros que, sin ser la más común, tiene su base, aunque, a mí, lo confieso, me despistó un tanto al principio.

 

Sixto J. Castro