RODRÍGUEZ CHICO, Julio, Azul, Blanco, Rojo. Kieslowski en busca de la libertad y el amor, Madrid, Ediciones Internacionales Universitarias, 2004, 314 pp., 21,5 x 14 cm., ISBN 84-8469-111-X

 

 

El Decálogo, La doble vida de Verónica y la trilogía de Rojo, Azul y Blanco han convertido a Kieslowski en uno de los cineastas más importantes de finales del siglo XX, y así lo ve el autor de este libro, que rastrea la filmografía kieslowskina tomando como temas directrices la libertad y el amor, tal como se anuncia en el título. Y efectivamente, su discurso es más que convincente para que leamos la obra del polaco en estas claves que se interfecundan, sin desdeñar temas unidos a estos dos. Para ello, Rodríguez Chico nos presenta un breve marco biográfico del director polaco y de sus circunstancias vitales y de cómo estas influyen en su filmografía. Ya aquí se manifiesta algo que es constante en el libro: añade una breve historia de Polonia, que no viene mucho al caso. Y es que el problema fundamental de este libro es que le sobran un buen número de páginas, pues el autor vuelve recurrentemente sobre los mismos temas en distintos apartados. No obstante, es de reseñar el hincapié que hace el autor en los diversos movimientos filosóficos que pudieron haber influido en Kieslowski, pues, por mucho que se quiera ver de otro modo, su cine es eminentemente filosófico, de ahí que el autor repita en varias ocasiones que a Kieslowski se le ha considerado un "cineasta metafísico". Y aunque acepto que Kieslowski es tremendamente simbólico, en ocasiones creo que Rodríguez Chico se excede buscando interpretaciones a cada mínimo detalle. No obstante, merece la pena leerse. La obra se completa con la filmografía de Kieslowski y con una buena bibliografía.

Hay un error de interpretación (pp. 99 y 109): lo que pierde el coche en el que van los personajes de Azul es líquido de frenos, no aceite, de ahí que se estrelle. A pesar de que su análisis de Azul es muy interesante, no capta un matiz fundamental, a mi entender, que es interpretar la película como una experiencia de duelo, como se ve al final de la misma, cuando Julie llora por primera y única vez, comenzando su camino hacia la liberación. Creo que ese es el sentdo de las lágrimas y no "la imposibilidad de amar y de ser libre plenamente" (p. 113). Hay algunos errores gramaticales que hieren la vista: "rehacerán" en lugar de reharán (p. 121), "ajedrezista" en lugar de ajedrecista (p. 230), "exije" en lugar de exige (p. 280).

 

Sixto J. Castro