SCHNEIDER, Steven Jay, Horror Film and Psychoanalysis.Freud’s Worst Nightmare, Cambridge, Cambridge University Press, 2004, 299 pp., 23,3 x 16 cm., ISBN  0 521 82521 0

 

Como nos advierte Schneider en la introducción, desde los años 70 ha habido muchas aproximaciones psicoanalíticas diversas a las películas de terror, amenazadas contemporáneamente por distintas escuelas filosóficas, pero el psicoanálisis sigue vigente. En la primera parte, conformada bajo el título de “Cuestiones de terror-placer”, Cosimo Urbano reflexiona sobre los méritos de las aproximaciones psicoanalíticas al moderno cine de terror, pero defendiendo esta disciplina como tal, no sólo como adecuada a interpretaciones particulares, y desde el género del terror cuestiona las afirmaciones epistemológicas de los que ponen en cuestión al psicoanálisis, es decir, la suposición de circularidad y de universalidad. Michael Levine trata también de responder en su contribución a los ataques generales lanzados a la aproximación psicoanalítica en general (como no científica, ahistórica) y en su aplicación al cine de terror, considerándolos infundados, respondiendo uno por uno a los principales críticos, al igual que los ataques específicos, que se basan en malas comprensiones de los fundamentos del psicoanálisis. Tudor, en su artículo, analiza la noción freudiana de lo unheimlich, lo inquietante, y del retorno de lo reprimido, viendo el terror como una válvula de seguridad en la que los afectos reprimidos amenazan con salir a la superficie y como un recordatorio figurativo de las consecuencias terribles que aparecen si se rompen las reglas del comportamiento sexual. Expone igualmente el psicoanálisis estructural. Malcolm Turvey expone los problemas de la noción del placer encarnada en la teoría psicoanalítica del cine, ejemplificada en las teorías psicoanalíticas del placer en las películas de terror, que siempre hacen relación a la satisfacción de lo inconsciente, un reduccionismo, entre otros, que le hace ser pesimista respecto al futuro de la teoría fílmica psicoanalítica.

La segunda parte lleva por título “teorizar lo inquietante”. Comienza por el magnífico artículo de Cynthia Freeland en que expone este concepto de “lo inquietante” en la película de Kieslowski “La doble vida de Verónica”, y pone en cuestión a Freud por olvidar el aspecto estético de lo inquietante en su análisis, inclinándose hacia una aproximación más cognitivista. Asimismo, estudia el paralelismo existente entre lo inquietante freudiano y lo sublime de la tradición estética. Steven Jay Schneider estudia la  cuestión del doble, el alter ego (doble mental, que se divide en esquizos, mutantes de forma, proyecciones y psicópatas) o doppelgänger (doble físico, dividido en naturales [réplicas] y no naturales [replicantes, que a su vez pueden ser gemelos o camaleones y que se incluyen en cuatro grupos: robots, cyborgs, clones y apariciones]) en el cine de terror y defiende la aproximación psicoanalítica a este problema, frente al ataque de los cognitivistas (especialmente teniendo presente el artículo anterior de Freeland). Harvey Roy Greenberg hace un repaso de los monstruos de los últimos sesenta años en el cine, incluidos los dibujos animados infantiles, en los mitos, el folclore, la literatura, en el humor y su rehabilitación en lo no monstruoso, desde categorías psicoanalíticas. Jonathan L. Crane examina el problema de la ironía en las películas de terror, y vuelve sobre el concepto de lo siniestro, sosteniendo que cualquier lectura teórica de las películas de terror debe tener en cuenta la función de la ironía.

La tercera parte lleva por título “representando al psicoanálisis”. Comienza por el trabajo de William Paul, que analiza los términos de transformación, transferencia y yoes divididos en la película La mujer pantera. Michael Grant sigue a Creed y a Kristeva en el análisis de lo “abyecto” y a Lacan para interpretar la película Alien Barbara Creed examina la relación histórica entre Freud y el cine, la conexión de sus conceptos psicoanalíticos con los elementos cinematográficos, las películas inspiradas directamente en ensayos freudianos. Muestra cómo el canibalismo en la película Hannibal refleja bien a Freud, y que la posibilidad de Haniibal Lecter sería la peor pesadilla de Freud, además de exponer al psicoanalista como caníbal.

La cuarta parte, “nuevas direcciones”, se inicia con un artículo de  Matt Hills en el que estudia no lo que dicen las teorías psicoanalíticas del terror, sino lo que hacen (siguiendo la teoría de los actos de habla de Austin), es decir, como teorizaciones performativas que ubican el terror como algo culturalmente significativo y valioso. Linda Badley estudia no tanto a los espectadores, cuanto al autor desde el punto de vista del psicoanálisis. Stephen Prince sugiere una aproximación diferente de la psicoanalítica al cine de terror, concretamente la base fisiopsicológica del terror. El capítulo final es de Noël Carroll, que es la voz disonante en este libro, pues es conocida su reserva acerca de la aplicación del psicoanálisis al análisis del cine en general y al cine de terror en particular. Aquí admite que algunas películas de terror pueden interpretarse psicoanalíticamente, pero no que todas las películas deban ser interpretadas así, pues para eso habría que mostrar que hay algo que pertenece a la esencia de las películas de terror que sólo puede explicarse por medio del psicoanálisis.

El conjunto es sumamente interesante, pues aborda distintos elementos del psicoanálisis, mostrando sus fuerzas y sus debilidades. Carroll resume bien el asunto, pues parece que hay una cierta tendencia a convertir el psicoanálisis en una cierta piedra filosofal, y si bien es útil, sugerente, no es la última palabra.

 

Sixto J. Castro