TILGHMAN, Benjamin, Reflection on Aesthetic Judgment and Other Essays, Aldershot, Ashgate, 2006, 176 pp., ISBN 978-0-7546-5707-1.

 

Los artículos que componen esta obra han sido publicados en diversos lugares a lo largo de más de 30 años. En todos ellos hay una filosofía presente: la del Wittgenstein de las Investigaciones Filosóficas, que se aplica a diversos problemas de estética y filosofía del arte. A lo largo de los artículos se ve la posición anti-teórica de Tilghman: no hay que empezar con una teoría de qué es el arte. Al contrario, la ontología se entiende mejor como gramática. Pero la filosofía del arte no puede limitarse a analizar el lenguaje en el que se expresan los juicios estéticos, sino que ese lenguaje ha de ser visto en el contexto de la vida que lo produce. Desde estos prenotandos, Tilghman estudia qué modo de existencia tienen los poemas y cómo se relacionan con la crítica, mostrando todas las dificultades que el New Criticism trae consigo. Para ello expone críticamente cuestiones acerca de la ontología del poema y se opone a los que defienden que existe una interpretación única de una obra. Estudia asimismo los sentidos secundarios de los términos, tal como los desarrolla Wittgenstein en Investigaciones Filosóficas, II, sección 11. Esos sentidos secundarios son los que se utilizan cuando se describe la música, por ejemplo, como triste. Examina, asimismo, la ontología del arte en Danto desde el “Pierre Menard, autor del Quijote” de Borges, y critica la visión cartesiana de la mente como un ámbito privado, accesible sólo al sujeto, y, de modo paralelo, la visión de la obra de arte como algo mental. Rechaza asimismo la visión de Frank Stella de que el arte trata sólo del espacio. Reflexiona sobre el papel de la teoría en la estética, que desestima, al ser tan diversos los fenómenos que conforman lo que llamamos arte (mientras que la teoría es unificadora por necesidad) y los productos artísticos son intencionales, a diferencia de los objetos naturales. Además, la teoría no puede justificas nuestros juicios de valor. Ello no significa que no se pueda reflexionar seriamente sobre arte y estética, pero sí que tal reflexión no debe tomar la forma de la teoría estética a la que estamos acostumbrados. Estudia también la relación entre filosofía y literatura por medio de la noción wittgensteiniana de sinsentido tal como se encarna en la obra de Marcel Aymé. Analiza las teorías de la imitación y la expresión y critica las teorías del objeto estético no físico, considerado como un “objeto privado”, aplicando su crítica a la arquitectura, a la que considera como expresión de la comprensión de una cultura. Repasa el concepto de forma simbólica de Panofsky y critica la idea de que el arte, especialmente la pintura, es una forma de lenguaje. Finalmente, se enfrenta a los defensores del realismo estético, al negar que existan propiedades estéticas en el mundo y que los juicios estéticos sobre ellas seas afirmaciones genuinas que son verdaderas o falsas. Uno de los capítulos se dedica a exponer el pensamiento de Charles Le Brun. Así pues, un conjunto heterogéneo de artículos de uno de los estetas wittgensteinianos más importantes de la actualidad.

 

Sixto J. Castro