Gustavo González

La filosofía en el "boudoir": un acercamiento a la obra del Marqués de Sade

 

 

Donatien-Alphonse-François marqués de Sade, literato y filosofo denostado, difamado y maldito por la gracia de la santa iglesia y de no se sabe que oscuros intereses. Su titulo a dado nombre a una curiosa perversión o desviación sexual (aunque los deseos de la naturaleza y sus múltiples manifestaciones no indicarían precisamente esto). Su vida y su bibliografía desmienten en gran parte la leyenda negra que sobre el marques de Sade se ha cernido, ni fue un asesino ni un depravado cercano a los mas indignos excesos. Posiblemente razones políticas motivaron la leyenda que se creo en torno a él y sus sucesivas condenas y persecuciones por parte de la justicia (1).

Analizaremos escuetamente uno de los libros más importantes escritos por Sade y publicado en 1795, La Philosophie dans le boudoir (2), centrándonos mas en las posibles preguntas y dudas que plantea Sade que en sus respuestas.

 

Argumento del libro

De entre las magnificas notas de Agustín García Calvo a este libro quisiera rescatar un párrafo que me parece condensa magistralmente ciertos aspectos de la obra:

"(...) lo que en el drama se dice (y se hace) es una hipérbole y un sarcasmo de intención moralizante, que no puede tomarse literalmente en serio, o que los desbordamientos eróticos de sus escenas y parlamentos no son sino la expresión de una crítica antirreligiosa, que en el panfleto inserto de Français, encore un effort se manifiesta directamente, o que en fin, el efecto moral del discurso dramático de Sade, al llegar a los últimos extremos de la inmoralidad, el vicio y la perversión, descaradamente proclamados, no puede ser corrupción y vulgar delicuescencia pornográfica, sino más bien un efecto paradójico, por el que el espíritu del lector, elevándose por encima de la mezquindad del vicio y la virtud vulgares, se dispara a los niveles de la inmoralidad más pura y libre, que sería la moral suprema, la divina moral para los hombres.:

En esencia el libro desarrolla en siete amenos e intensos diálogos, cinco largos y dos de transición ( mas un pequeño manifiesto o folleto revolucionario del estilo y forma de aquellos que eran famosos en la época). La señora de Sainte Ange libertina y viciosa en extremo propone a su hermano, el caballero de Mirvel, con quien mantiene una incestuosa relación, que participe en su compañía y en la de Dolmancé, un libertino perfectamente corrompido (o si se quiere reeducado) y perverso, en la "educación" (3) de una joven ingenua de quince años, Eugénie de Mistival (solo comparable a Afrodita). De esta manera, y en el curso de una jornada sus progresos son tan rápidos que acabara exclamando: "Heme aquí, pues, a la vez incestuosa, adúltera, sodomita, y todo eso en una muchacha que sólo hoy ha sido desvirgada". Aparte de estos personajes principales aparecen, un joven jardinero tosco y rústico, Agustín, armado sexualmente con un miembro viril de proporciones majestuosas que ya quisiera para si alguna de las lectoras, y la mojigata madre de Eugénie que presencia al final el triunfo de la reeducación y su propio fracaso educativo. Además esta será condenada por el circulo de libertinos a los mas infames y desagradables tratos. De esta manera Sade pone el contrapunto final a la obra, desarrollada hasta ese momento de manera escandolosa pero sin llegar a la irrealidad. Así con el clímax final del repudio de la hija hacia la madre concluye la educación de Eugénie.

 

¿REALIDAD O IRREALIDAD?: La burla de Sade

Se podría decir que esta joya de la literatura, contiene todos los ingredientes para no pasar desapercibida, desde pequeños viajes etnográficos, pasando por discursos más o menos filosóficos, a la pornografía mas dura e indecente. En la opinión de Agustín García Calvo (4) el genero en el que se inscribe este drama es en el tipo de "Diálogo Galante". Los diálogos son supremos. La instrucción de Eugénie se realiza en dos fases. Una fase teórica, sublime, reflexiva y en cierta manera filosófica a su manera precede alternándose a una fase practica, en donde se consuman todos los vicios y se corrompe la virtud y honradez de la caliente Eugénie. La instrucción pedagógica durante la practica, y la descripción erótica de esta, es totalmente realista. Los personajes comentan y dicen lo que hacen de tal manera que hace al lector revivir sin ningún esfuerzo lo que se describe. Hay que notar especialmente dentro de los diálogos el exceso a los que llega Sade en alguno de ellos, que insinúan muchas veces un fino sentido del humor, eso si, humor negro. Por ejemplo en el quinto dialogo:

"DOLMANCÉ: ¡Ah, qué esperma más abundante!... ¡Con qué vigor es arrojado!...Mirad las huellas del primer lance: ha saltado a más de diez pies... ¡Jodido Dios! ¡La habitación está llena!... Jamás he visto una descarga como ésta, e él, señora, decid, ¿os ha jodido esta noche?

SEÑORA DE SAINT-ANGE: Ha dado nueve o diez golpes, creo: hace mucho tiempo que hemos dejado de contarlos." (FT, 5º dialogo, pag 103-104)

Es la realidad llevada al limite, al absurdo, un humor ciertamente sádico pero a la vez histrionico. Nadie es capaz de tales proezas, pero la exageración del hecho descrito le da cierto toque humorístico a la obra a la par que descarga de tensión a la acción descrita.

Varios son los temas que trata de recorrer Sade a lo largo del libro. Entre ellos destaca la negación de la virtud. Para Sade la virtud no es mas que una quimera, cuyo culto se reduce a perpetuas inmolaciones e incontables rebeliones contra los instintos. En Sade la virtud no es mas que las actitudes y las costumbres enfatizadas por la tradición y el culto cristiano. En cierta medida no es mas que una convención de las personas débiles y temerosas frente a las fuertes. La aparición de la virtud en Sade va indisolublemente ligada a la creación del estado y del gobernante. Este aliándose con el elemento religioso, sea cual sea este, dota a la sociedad de ciertas normas y actitudes que la mantengan bajo su poder. De ahí que la creencia en un dios dota a los gobernantes de un elemento de dominio y de temor para la masa social que busca un guía tanto espiritual como políticamente en esa creencia. Así, lo que la sociedad llama virtud, y personas virtuosas, para Sade serán simplemente personas que siguen otras pasiones mas despreciables, tales como la ambición, el orgullo, el interés particular, etc. Ante esta humillación de los verdaderos instintos Sade propugna una vuelta a la sociedad natural, parodiando en cierta manera el estado del buen salvaje de Rousseau. Intenta demostrar que el vicio que es el complemento de la virtud, es su opuesto y complementario a la manera heracliteana. ¿Es el vicio la verdadera moral del hombre?. Es, en definitiva, recuperar la naturaleza humana del hombre. Todos los deseos y actitudes que pueda manifestar el hombre no son sino manifestaciones de la voluntad natural. Por que si no, no se nos concedería en opinión de Sade el poder de concebir el vicio, si este no fuera parte integrante del estado de naturaleza. Es por ello que Sade para justificar esta visión del vicio como algo natural, introduce variadas y ricas descripciones de tradiciones tanto temporales (históricas y presentes) como geográficas de diferentes pueblos con costumbres consideradas a nuestros ojos como depravadas. Por tanto utilizando del mismo modo que los sofistas una retórica fácil concluye al modo de Protagoras que si incluyésemos todos las costumbres y cada pueblo eligiese las virtuosas ninguna seria eliminada.

Así, el único dios que debe regir al hombre es el placer, la búsqueda del placer y la satisfacción de los deseos mas recónditos. Es en cierta modo un hedonismo barato. Lo que tenemos que analizar es no obstante si la intención de Sade es únicamente defender sus deseos y perversiones o hay algo más profundo en la trama del libro.

Para entender mejor la obra y a fin de una mejor apreciación de sus intenciones es mejor situarla en su momento, en la época en la que fue concebida y presentada al mundo. La obra como hemos comentado anteriormente se realiza en pleno periodo de la revolución francesa. Una época en donde se instaura y demanda la libertad con mayúsculas, la libertad de expresión, de opinión, los derechos del hombre. Pero importa en especial dentro de la revolución, la época de terror (1793-1795), ya que la obra sigue en cierta manera las reivindicaciones de esta época. Muy importante en este periodo es el movimiento de descristianizacion (5) del que Sade parece ser ferviente seguidor.

En cierta manera el culto a la Razón de esta época por paradójico que pueda parecer, no se refleja en Sade, que mas bien intenta lo contrario, el acercamiento a la irracionalidad del ser humano, su mundo y deseos mas oscuros.

 

LA LIBERACIÓN SEXUAL: O más bien la comunidad de sexos (el sexo libre)

Realmente que intenta Sade, la destrucción de la virtud o quizá algo mas sutil y mas importante cuyas implicaciones se siguen dando hoy día y cuya resolución parece retardar la evolución moral del hombre. Una vez conseguido ciertos logros como son los derechos humanos queda todavía por resolver el problema de la sexualidad y sus múltiples facetas y manifestaciones. Por tanto Sade intentara convencernos de ello, de la liberación sexual hasta llegar a sus mas aberrantes formas y manifestaciones. Ahora la incógnita a desvelar es, si es el Sade verdadero, el verdadero pensamiento el que descubre y describe Sade en esta obra, o es algo mas. Algo oculto y difícil de ver.

Aunque a lo largo de la obra se describen situaciones ligeramente normales dentro de la sexualidad cotidiana, ciertas escenas y en parte el planteamiento general de la obra es en si un desbordante exceso a veces hasta irónico. Es este uno de los grandes logros de Sade, acercar al lector ciertos aspectos de la sexualidad de la época y de nuestra época, que la sociedad hipócritamente, como la actual, pretende ignorar y condenar al ostracismo. Pero el velo con que la sociedad intenta tapar sus ojos, el velo con el que pretende ignorar la realidad es magistralmente corrido (nunca mejor dicho) por Sade, mostrándonos muchas de las consideradas perversiones y otros aspectos como el sexo oral, todo ello descrito en un tono casi científico. Por consiguiente los excesos a los que llega Sade, de los que vale por ejemplo el ultimo y séptimo dialogo, cuando se unen dos relaciones incestuosas, la de los dos hermanos y la de Eugénie con su madre, y la vejación de esta ultima como corolario final. Pero dejemos que nos lo cuente el mismo Sade:

"DOLMANCÉ: (...) En primer lugar, señoras, vos, Saint-Ange y vos, Eugenia, tened la bondad de ajustaros esos consoladores para que cada una a su vez le propine los más terribles golpes a esta respetable dama, ya sea en el trasero o en la vagina. El caballero, Agustín y yo, con nuestros respectivos miembros, os relevaremos en su justo momento. Voy a comenzar y, como bien suponéis, una vez más será su culo el que reciba mi homenaje. Durante el goce, cada uno será dueño de condenarla al suplicio que le parezca, cuidando de ir gradualmente, para que no la revienten de un solo golpe... Agustín, consuélame, te lo ruego, penetrándome, para que me alivie de tener que sodomizar a esta vieja vaca. Eugenia, deja que bese tu hermoso trasero mientras follo el de tu madre, y vos, señora, aproximad el vuestro para que lo toque...Es preciso rodearse de culos cuando se folla un culo.

EUGENIA: ¿Qué vas a hacer, amigo, qué le vas a hacer a esta zorra? ¿A qué vas a condenarla mientras pierdes tu esperma?

DOLMANCÉ, sin dejar de folla: La cosa más natural del mundo: voy a depilar y magullar sus lomos a fuerza de pellizcos.

(...)

DOLMANCÉ: (...) (La señora de Saint-Ange la penetra por delante y por detrás con su consolador; le da algunos puñetazos; la sustituye el caballero, que recorre ambas rutas y la abofetea mientras eyacula. De inmediato viene Agustín; hace lo mismo y acaba dándole algunos papirotazos. Mientras se realizaban estos ataques, Dolmancé ha recorrido con su miembro los traseros de todos los agentes, excitándolos con sus palabras.) ¡Vamos, bella Eugenia, follad a vuestra madre; primero penetradla por la vagina!" (FT, pags 203-204)

No es que lo descrito anteriormente no pueda ser llevado a la practica (las películas Snuff están de muestra), ni sea irreal en extremo, sino que la obra en si es un delirio continuo, un exceso sin fin, que engorda el teatro de lo absurdo, la literatura de lo imaginario. Nadie puede concebir que tal situación se de en la sociedad comúnmente, y mucho menos en la sucesión de irrealidades que se cuentan. Hay que reconocer que a veces en parte se da, y las practicas descritas son comunes pero no el drama que desarrolla la obra. El gran fin que acoge la obra y la cantidad de desaires y extravagancias, es el intento de Sade de dinamitar la sociedad de su época, intentando librarla de falsos tabúes y miedos frente al sexo. Así, al llevar al limite las situaciones, al mas allá de lo imaginado, a la exageración con mayúsculas, intenta al hilo de la revolución hacer caer la ultima de las barreras que impiden al hombre ser libre de verdad, intenta eliminar de la sociedad los últimos tabúes y prejuicios, la falacia del sexo. En resumen, intenta mostrar la sexualidad tal y como es, era y será.

Es absurdo que en una época en que se ensalza la libertad, aun haya una, originaria de todo y que viene acompañando al hombre desde que es hombre que no se ha defendido y proclamado a los cuatro vientos, esa es la libertad sexual. En consecuencia Sade se convierte en el paladín de la liberación sexual (del sexo libre, en cierta manera un anticipo a la francesa de las comunas hippies de los 60); en la denuncia de una injusticia, la voz condenatoria de la hipocresía de toda la sociedad, que para Sade tendrá que ver con la moral establecida, con la Religión/es.

En adelante Sade propugna la libertad de acción total para el hombre tanto en materia erótica como en cualquier otra relativa a la moral y las costumbres, pero teniendo siempre como hilo conductor la sexualidad. Este es el gran mérito de Sade, sacar a la sexualidad, al sexo y sus practicas mas oscuras y pecaminosas a la luz y a la vista de todos. Sacar la realidad de su tumba, apartar el velo hipócrita para dejar traslucir la cruda y verdadera realidad.

Por otra parte, defiende como es lógico, (su propio credo y aficiones le inducían a ello) practicas más o menos comunes como la sodomía y otras practicas sexuales que dejo que cada lector investigue en su libro (será mas emocionante). Pero sorprendentemente se nos revela un Sade en ciertos paragrafos humanista, comprensivo de la realidad humana mas oscura. Así, en ciertos paragrafos, (sobre todo intervenciones de Dolmancé, el libertino o su compañera Saint-Ange) defiende la homosexualidad como opción y elección sexual libre y natural del ser humano.

EL CABALLERO: (...) su error no es culpa suya sino de la naturaleza. No fueron ellos quienes decidieron llegar al mundo con gustos diferentes, así como no somos nosotros quienes determinamos nacer patituertos o bien formados. (FT, pag 14)

Entre sus otras defensas mas ardorosas se encuentra la de la igualdad radical entre sexos. El ser humano y no el hombre o la mujer. Podría ser declarado el primer feminista declarado de la historia de la sexualidad y la historia de la lucha de sexos por este derecho natural. En cierta manera solo expresa su voluntad de que las ataduras morales son ilógicas y que tanto hombres como mujeres tienen derecho a disfrutar de su sexualidad tal y como quieran y cuando quieran sin ningún impedimento social o moral. Llega a sostener que las mujeres deben comportarse como perras, pudiendo ser disfrutadas por cualquier hombre, aunque también concede ese mismo privilegio a las mujeres. Lo que nos indica que el derecho a esta licencia y al vicio es algo natural dentro del hombre y la mujer.

Dentro del terreno de la moral y la sexualidad se nos muestra como un contumaz relativista moral como hemos comentado: "Todo está en función de nuestras costumbres y del punto geográfico en el que nos encontremos; lo que aquí es un delito, a menudo es considerado virtud unas cien leguas más abajo, y las virtudes de otro hemisferio bien podrían ser, por el contrario, un delito para nosotros. no hay horror que no haya sido divinizado; no hay virtud que no haya sido mancillada" (FT pag. 46).

Pondrá el grito en el cielo al hablar de los matrimonios concertados o de conveniencia que atentan contra los derechos de las mujeres y los hombres. Paradójicamente o quizás en un exceso más, buscando la luz que abrirá los ojos del lector a base de excesos, defiende el incesto como algo obviamente también natural. Y por extensión las conductas criminales y las aberraciones mas insospechadas como simples manifestaciones de la naturaleza. Al fin y al cabo la destrucción le sirve a la naturaleza para crear de ello algo nuevo y mas vital.

Pero la posible defensa de esta liberación sexual de la libertad de acción solo puede ser solventada dentro del sistema político y religioso como baluartes de la moral y las costumbres, así como de las leyes.

 

CRITICA POLÍTICA Y RELIGIOSA: La utopía de una sociedad

Toda la defensa de una posible libertad de acción y de elección dentro de la sexualidad de cada uno va ligada al mantenimiento de estas libertades y derechos por un sistema político fuerte, consolidado y en opinión de Sade, Republicano. Aunque a lo largo de toda la obra las referencias políticas y religiosas son continuas, es en el pequeño manifiesto revolucionario -Franceses, un esfuerzo más si queréis ser republicanos- donde se reflejan de un modo mas agudo. Es en este manifiesto donde se manifiesta mas profundamente la utopía Sádica en relación con las esperanzas engendradas por la revolución. Sade afirma allí que las únicas y verdaderas virtudes republicanas son el coraje y la libertad, y en la época en que se publica este texto es seguro que estas palabras implican por parte de Sade desconfianza, tanto respecto del despotismo anterior como de ciertos excesos del poder revolucionario. Sade defiende la idea de una convergencia de las libertades políticas y de las libertades del individuo. El instrumento filosófico de esta liberación es el ateísmo, del cual Sade elabora la teoría más virulenta y sistemática que podamos concebir -al someter a una crítica radical la religión, la idea de Dios, la creencia en Jesucristo, sin olvidar el "teísmo" a la manera de Robespierre, por el cual no muestra ninguna indulgencia (6)-, pero, mas allá de la opresión religiosa, se trata de una lucha extremadamente áspera contra todos los prejuicios que alienan o culpabilizan al hombre que él preconiza y encarna personalmente. De hecho en algunos puntos se diría que es uno de los más encarnizados dirigentes del movimiento de descristianización, ya que arenga continuamente por la destrucción de la religión (cristiana) que para Sade es uno de los pilares del Antiguo Régimen. La religión es en Sade el sustento de todo régimen opresor.

"(...) ellos (sacerdotes) os reencadenarían a los reyes, porque el poder de éstos siempre se sostiene en el de aquellos, y vuestro edificio republicano se derrumbaría al faltarles las bases.

(...) Estad plenamente convencidos de que, al oponerse tan abiertamente vuestro sistema de libertad y de igualdad a los ministros de los altares de Cristo, no habrá jamás uno solo de ellos que lo adopte de buena fe o que no busque quebrantarlo, si dicho sistema llegase a recuperar algún dominio sobre las conciencias.

(...) Aniquilad para siempre todo eso que algún día puede destruir vuestra obra. Pensad que, al ser vuestros nietos quienes recogerán el fruto de vuestros trabajos, es vuestro deber, por honestidad, no dejarles ninguno de esos gérmenes que podrían relanzarlos al caos del que apenas acabamos de salir. (...) Franceses, que nada os detenga: Europa entera, ya con una mano en la venda que cubre sus ojos, espera vuestra ayuda para arrancarla de su frente." (FT, pags 134-135)

Por ello su eliminación (religión) dentro de la sociedad, sin ningún resquicio donde guarecerse es vital, ya que permitirá el asentamiento de una base sólida para el nuevo régimen y la consolidación de las libertades. No se debe a un azar el hecho de que, inmediatamente después de la sección dedicada a la religión, venga una sección sobre las costumbres en la cual Sade proclama la necesidad de agregar a la libertad de conciencia y a la libertad de prensa la libertad de obrar. Por supuesto, Sade piensa aquí en los comportamientos sexuales y se le puede hacer la justicia de reconocer que hace un esfuerzo considerable para concebirlos dentro del marco de una libertad que obedece a las regulaciones de una sociedad y no según el habitual despotismo del yo. El texto también reflexiona acerca de la violencia y en especial acerca de la pena de muerte, que es sancionada por Sade. Una muerte nunca debe ser pagada con otra. Además de inútil e ineficaz, de este modo se eliminan dos vidas que aritméticamente nada gana sino que se pierde al pagar una muerte con otra. Cuando se trata de castigar, "yo no propongo ni matanzas ni deportaciones", dice Sade, y de los principios que expone se desprende la necesidad de hacer leyes dulces y sobre todo abolir para siempre la atrocidad de la pena de muerte, porque "la ley que atenta contra la vida de un hombre es impracticable, injusta, inadmisible". Estas son palabras cuyo eco puede medirse en 1795 pero que tienen un alcance mucho más general y acreditan ciertamente a su autor.

Otras veces es desconcertante en su utópica concepción de la república al presentar al robo como un mal menor ya que puede tener el efecto de igualar riquezas. Ya que solamente la concepción política y religiosa de Sade se merecerían un libro aparte comentaremos ciertos aspectos relevantes como punto final.

Su ateísmo esta basado en una concepción radicalmente materialista. Al hilo de los últimos descubrimientos físicos y mecánicos, ve Sade en el movimiento autónomo de los cielos la explicación ultima y autosuficiente de la realidad, sin necesidad de un ser superior.

Un relativismo tanto en el orden moral como en el conceptual en su explicación de la realidad social y personal del hombre, considerando las normas meras convenciones sociales e históricas.

Se ve en el a un empirista de actitudes inglesas, su refutación de la idea de dios es semejante a las que profesaba Hume. Si no es concebible la idea de dios, si en ninguna parte se manifiesta es que no existe. Es una quimera, una idea sin objeto, una idea sin prototipo. Así para Sade es la ignorancia y el miedo la base de todas las religiones. Lo que le hace abrazar un cierto utilitarismo, ya que la norma para regular los comportamientos debe ser la utilidad que en estos se encuentre.

Muchas interpretaciones ahondan solo en la parte negativa de la literatura sádica, en la depravación que existe a veces en esta. A lo largo de estas líneas hemos intentado mostrar como Sade no es solo el depravado y violento hombre con el que se le define a menudo, sino que muestra ciertas ideas que hacen de el un revolucionario y un idealista cercano a los defensores de las libertades que de los asesinos.

En resumen se podría decir que lo mas importante son las preguntas que deja en el aire. ¿Hay libertad sexual en las sociedades actuales occidentales? ¿Siguen persistiendo tabúes fruto de la ignorancia y las presiones de grupos de poder? ¿ La sexualidad humana debe seguir las normas naturales o mantiene ciertas peculiaridades que hace que ciertas desviaciones puedan ser consideradas naturales?... Dejemos que el lector lea y reflexione.

 

Notas

(1) Posiblemente su matrimonio con Renée Cordier de Launay, hija mayor de Monsieur de Montreuil, presidente del Tribunal de Apelaciones, señor de Launay, de Echauffour y otros lugares influyera decisivamente en sus constantes problemas con la justicia.

(2) En adelante seguiremos la edición de Clasicos de Siempre de M.E. Editores, de 1996.

(3) De hecho el libro es subtitulado: Los instructores inmorales.

(4) Nada que ver con el Agustín de la novela.

(5) Este movimiento estaba caracterizado por su violencia anticlerical. Los sacerdotes fueron perseguidos, se les obligó a renunciar a sus cargos, y se cometieron actos vandálicos contra las iglesias, donde posteriormente se celebraban fiestas paganas en honor de la Razón.

(6) Robespierre introdujo oficialmente el culto al Ser Supremo, por el que la República declaraba reconocer la existencia de Dios y la inmortalidad del alma.

 

 

 

Bibliografía:

- DALMASSO, Gianfranco: La política de lo imaginario: Rousseau/Sade. Ediciones Encuentro, Madrid, 1983.
- JEAN, Raymond: Un retrato del Marqués de Sade: El placer de la desmesura. Gedisa editorial. Barcelona, 1990.
- MARQUES DE SADE: Filosofía en el tocador. Clásicos de Siempre. M.E. editores. Madrid, 1996.
- SADE: La filosofía en el "boudoir". Libros Buen Amor, Loco Amor. 1975.
- VOVELLE, Michel: Introducción a la historia de la Revolución Francesa. Circulo de Lectores. Barcelona, 1989.
- YLLÁN, Esperanza: La revolución Francesa. Biblioteca Básica de Historia -Monografías-. Anaya, 1989.

 

 

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