LAPESA, Rafael. "Poesía de cancionero y poesía italianizante",
De la Edad media a nuestros días, estudios de historia literaria,
Madrid, Gredos (1982).
Nota: Mirad la advertencia que aparece en el libro de Romance Lírico
de Lope de Vega
CAROLINA CAPARRÓS PEDROSA.
.
POESÍA DE CANCIONERO Y POESÍA ITALIANIZANTE
La poesía del Siglo de Oro español nace de dos corrientes:
de la tradición continuadora de los cancioneros castellanos del s.
XV y XVI y de la poesía italianizante, petrarquista y clásica
traía a España por Boscán y Garcilaso. Ambas corrientes
descendían de la lírica provenzal. A lo largo de cuatrocientos
años esta corriente se había comunicado con la literatura castellana,
pero a partir de 1526 -año en que se produce la conversación
de Navagiero con Boscán- se da una influencia más próxima.
La poesía cancioneril se estaba cultivando en castellano
desde el último tercio del siglo XIV. Los autores que participaban
de ella eran abundantes y de diversa condición social: reyes- Juan
II de Castilla-, políticos - Álvaro de Luna-, magnates- Marqués
de Santillana-, alguna dama, hombres de letras profesionales -Juan de Mena-
juglares -Juan de Valladolid-. El fin de esta poesía era la
lectura o la recitación. El modo de vida cortesana inspiraba los
plantos y las consideraciones morales. Un juego noble consistía en
probar la agilidad de los poetas (por medio de preguntas que tenían
que responderse en los mismos metros y rimas. La poesía se asociaba
a la música y a la juventud.
En el cancionero se pueden encontrar desde una poesía
intrascendente hasta obras con un nuevo matiz de sensibilidad, de reflexión,
de condensación de pensamiento, incluso pueden orientarse hacia el
logro de una forma ostentosa. El término de trovador designaba
a los creadores de la poesía más superficial, y el de poeta
a los que tenían aspiraciones más elevadas.
Muchos estudiosos han discutido sobre el origen francés
o italiano de los poemas sin considerar que la lírica de la
Baja Edad Media tiene un tronco común en todo el Occidente europeo,
en el que confluye el espíritu y liturgia cristiano, la tradición
clásica latina y el ejemplo de los trovadores provenzales.
Las coincidencias entre la poesía castellana y
la de petrarquista se deben en muchos casos al fondo común trovadoresco:
· Concepción del amor como servicio que dignifica
al enamorado.
· Pedidas de merced con una descripción ponderativa
de los padecimientos.
· Goce en el dolor, lucha entre razón y deseo,
ansia de muerte, turbación ante la amada...
Pero tampoco se puede negar que en lírica castellana se formó
un clima poético afín al petrarquista:
· Entra la idea de amor por destino, impuesto a
pesar del albedrío humano.
· Se profundiza en la pintura de las contradicciones
internas.
· Cunde el melancólico placer de los recuerdos
y se hace más despierta la sensibilidad ante la naturaleza.
· Evocación del recuerdo en un pretérito
que no puede volver pero capaz de suavizar el dolor presente. Abandono, abatido
ensimismamiento.
Aunque la poesía castellana se va aproximando
a la petrarquista no pierde sus peculiaridades. El Romancero es imitado y
glosado por poetas cortesanos. A todo esto debe unirse la idealización
de la vida rústica y del sentimiento de la naturaleza.
Santillana e Imperial intentaron adaptar el endecasílabo
italiano aunque la poesía cancioneril castellana siguió conservando
sus metros y su poética. En los temas y actitudes mantuvo- e incluso
acentuó- características propias: insiste en el silencio cortés
(cautela y recato expresivo), evita el retrato físico de la dama concentrándose
en la interioridad anímica del enamorado, proyecta el sentimiento
individual sobre paisajes imaginarios, enfatiza como afirmación de
la voluntad personal el sometimiento al destino.
Los cancioneros castellanos se caracterizan por
la intensidad del conceptismo frente a los provenzales, en los que abundaban
los juegos de palabras y los contrastes de ideas. Aunque hay que tener
en cuenta que ambos recursos eran abundantes en la lírica amorosa
de toda la Europa medieval . El gusto por las contraposiciones y paradojas
tuvo en Castilla un extraordinario desarrollo, más incluso
que en Petrarca: el ingenio sirve a la intensificación expresiva.
Al finalizar el primer cuarto del XVI la poesía
cancioneril castellana estaba muy elaborada: era graciosa-ligera, llana-realista,
abstracta-densa y, además, contaba con el octosílabo que era
un verso muy dúctil al tono. Era requerido según la ocasión.
Cuando el Renacimiento pleno se encuentra ya en España,
Garacilaso y Boscán traen una nueva fórmula italiana, reclamada
por las nuevas modas estéticas. Consistía en unos versos lentos
y menos pendientes de la rima - a veces seguían incluso el modo grecolatino
evitándola-. Esta lentitud atentaba contra la expresión
directa y el realismo de los cancioneros pero servía para la exploración
del yo y para la contemplación ante la naturaleza.
La naturaleza y la exploración del yo eran los
temas más importantes. Petrarca ofreció los pasos para el análisis
de los estados del alma. El resto de los poetas a raíz de esto, comienzan
a tener conciencia de sí mismos, ampliando la exploración
del individuo. Además, cobró fuerza el platonismo con
su idealiación del amor, elemento muy frecuente ya desde la época
de los trovadores. En este mundo embellecido revive el alma virgiliana
con los sueños del bucolismo y de la edad dorada, a la vez que resurgen
los mitos animistas -resurrección del alma clásica-.
Del petrarquismo se importan el soneto y la canción,
y vuelven a cultivarse géneros grecolatinos- églogas, elegías,
odas, epístolas-.
Se empieza a aceptar progresivamente admite el valor artístico
de la imitación grecolatina, muestra de sabiduría y respeto
por la tradición culta. Se llegó a consolidad como verdadera
habilidad el uso de los materiales anteriores sin perjudicar su originalidad.
Se busca una naturalidad sin avulgaramiento, sino de elegante
sencillez lograda tras exigente selección. Esto ya no era fácil
a la improvisación de los trovadores del XV y la estimación
de la invención ocasional quedó muy reducida. El concepto grecolatino
de poesía era más elevado que el mero entretenimiento o habilidad
celebrada en las cortes.
La separación entre la nueva poesía y la
tradicional no existió completamente, pues el mismo Garcilaso empleó
al mismo tiempo las dos métricas. El intercambio entre las dos
artes fue constante: el octosílabo amplió su capacidad para
servir también a la inspiración renacentista. Materias poéticas,
rasgos de estilo del cancionero castellano pasaron a los poemas compuestos
en metros italianizantes (como las alegorías de Garcilaso, voluntarismo,
personificaciones, hosquedad en el escenario soñado, manifestaciones
conceptistas: juegos verbales reiterativos, antítesis, paradojas.)
Una de las características de esta nueva poesía
es que el poeta ya no está atento a buscar una solución
a un problema de conocimiento sino que tiene la necesidad de describir lo
que captan sus sentidos.
CAROLINA CAPARRÓS PEDROSA.
LAPESA, Rafael. "Poesía de cancionero y poesía italianizante",
De la Edad media a nuestros días, estudios de historia literaria,
Madrid, Gredos (1982).
Nota: Mirad la advertencia que aparece en el libro de Romance Lírico
de Lope de Vega
CAROLINA CAPARRÓS PEDROSA.
.
POESÍA DE CANCIONERO Y POESÍA ITALIANIZANTE
La poesía del Siglo de Oro español nace de dos corrientes:
de la tradición continuadora de los cancioneros castellanos del s.
XV y XVI y de la poesía italianizante, petrarquista y clásica
traía a España por Boscán y Garcilaso. Ambas corrientes
descendían de la lírica provenzal. A lo largo de cuatrocientos
años esta corriente se había comunicado con la literatura castellana,
pero a partir de 1526 -año en que se produce la conversación
de Navagiero con Boscán- se da una influencia más próxima.
La poesía cancioneril se estaba cultivando en castellano
desde el último tercio del siglo XIV. Los autores que participaban
de ella eran abundantes y de diversa condición social: reyes- Juan
II de Castilla-, políticos - Álvaro de Luna-, magnates- Marqués
de Santillana-, alguna dama, hombres de letras profesionales -Juan de Mena-
juglares -Juan de Valladolid-. El fin de esta poesía era la
lectura o la recitación. El modo de vida cortesana inspiraba los
plantos y las consideraciones morales. Un juego noble consistía en
probar la agilidad de los poetas (por medio de preguntas que tenían
que responderse en los mismos metros y rimas. La poesía se asociaba
a la música y a la juventud.
En el cancionero se pueden encontrar desde una poesía
intrascendente hasta obras con un nuevo matiz de sensibilidad, de reflexión,
de condensación de pensamiento, incluso pueden orientarse hacia el
logro de una forma ostentosa. El término de trovador designaba
a los creadores de la poesía más superficial, y el de poeta
a los que tenían aspiraciones más elevadas.
Muchos estudiosos han discutido sobre el origen francés
o italiano de los poemas sin considerar que la lírica de la
Baja Edad Media tiene un tronco común en todo el Occidente europeo,
en el que confluye el espíritu y liturgia cristiano, la tradición
clásica latina y el ejemplo de los trovadores provenzales.
Las coincidencias entre la poesía castellana y
la de petrarquista se deben en muchos casos al fondo común trovadoresco:
· Concepción del amor como servicio que dignifica
al enamorado.
· Pedidas de merced con una descripción ponderativa
de los padecimientos.
· Goce en el dolor, lucha entre razón y deseo,
ansia de muerte, turbación ante la amada...
Pero tampoco se puede negar que en lírica castellana se formó
un clima poético afín al petrarquista:
· Entra la idea de amor por destino, impuesto a
pesar del albedrío humano.
· Se profundiza en la pintura de las contradicciones
internas.
· Cunde el melancólico placer de los recuerdos
y se hace más despierta la sensibilidad ante la naturaleza.
· Evocación del recuerdo en un pretérito
que no puede volver pero capaz de suavizar el dolor presente. Abandono, abatido
ensimismamiento.
Aunque la poesía castellana se va aproximando
a la petrarquista no pierde sus peculiaridades. El Romancero es imitado y
glosado por poetas cortesanos. A todo esto debe unirse la idealización
de la vida rústica y del sentimiento de la naturaleza.
Santillana e Imperial intentaron adaptar el endecasílabo
italiano aunque la poesía cancioneril castellana siguió conservando
sus metros y su poética. En los temas y actitudes mantuvo- e incluso
acentuó- características propias: insiste en el silencio cortés
(cautela y recato expresivo), evita el retrato físico de la dama concentrándose
en la interioridad anímica del enamorado, proyecta el sentimiento
individual sobre paisajes imaginarios, enfatiza como afirmación de
la voluntad personal el sometimiento al destino.
Los cancioneros castellanos se caracterizan por
la intensidad del conceptismo frente a los provenzales, en los que abundaban
los juegos de palabras y los contrastes de ideas. Aunque hay que tener
en cuenta que ambos recursos eran abundantes en la lírica amorosa
de toda la Europa medieval . El gusto por las contraposiciones y paradojas
tuvo en Castilla un extraordinario desarrollo, más incluso
que en Petrarca: el ingenio sirve a la intensificación expresiva.
Al finalizar el primer cuarto del XVI la poesía
cancioneril castellana estaba muy elaborada: era graciosa-ligera, llana-realista,
abstracta-densa y, además, contaba con el octosílabo que era
un verso muy dúctil al tono. Era requerido según la ocasión.
Cuando el Renacimiento pleno se encuentra ya en España,
Garacilaso y Boscán traen una nueva fórmula italiana, reclamada
por las nuevas modas estéticas. Consistía en unos versos lentos
y menos pendientes de la rima - a veces seguían incluso el modo grecolatino
evitándola-. Esta lentitud atentaba contra la expresión
directa y el realismo de los cancioneros pero servía para la exploración
del yo y para la contemplación ante la naturaleza.
La naturaleza y la exploración del yo eran los
temas más importantes. Petrarca ofreció los pasos para el análisis
de los estados del alma. El resto de los poetas a raíz de esto, comienzan
a tener conciencia de sí mismos, ampliando la exploración
del individuo. Además, cobró fuerza el platonismo con
su idealiación del amor, elemento muy frecuente ya desde la época
de los trovadores. En este mundo embellecido revive el alma virgiliana
con los sueños del bucolismo y de la edad dorada, a la vez que resurgen
los mitos animistas -resurrección del alma clásica-.
Del petrarquismo se importan el soneto y la canción,
y vuelven a cultivarse géneros grecolatinos- églogas, elegías,
odas, epístolas-.
Se empieza a aceptar progresivamente admite el valor artístico
de la imitación grecolatina, muestra de sabiduría y respeto
por la tradición culta. Se llegó a consolidad como verdadera
habilidad el uso de los materiales anteriores sin perjudicar su originalidad.
Se busca una naturalidad sin avulgaramiento, sino de elegante
sencillez lograda tras exigente selección. Esto ya no era fácil
a la improvisación de los trovadores del XV y la estimación
de la invención ocasional quedó muy reducida. El concepto grecolatino
de poesía era más elevado que el mero entretenimiento o habilidad
celebrada en las cortes.
La separación entre la nueva poesía y la
tradicional no existió completamente, pues el mismo Garcilaso empleó
al mismo tiempo las dos métricas. El intercambio entre las dos
artes fue constante: el octosílabo amplió su capacidad para
servir también a la inspiración renacentista. Materias poéticas,
rasgos de estilo del cancionero castellano pasaron a los poemas compuestos
en metros italianizantes (como las alegorías de Garcilaso, voluntarismo,
personificaciones, hosquedad en el escenario soñado, manifestaciones
conceptistas: juegos verbales reiterativos, antítesis, paradojas.)
Una de las características de esta nueva poesía
es que el poeta ya no está atento a buscar una solución
a un problema de conocimiento sino que tiene la necesidad de describir lo
que captan sus sentidos.
CAROLINA CAPARRÓS PEDROSA.