Estudios monográficos. Narrativa  (Edad Media y Siglos de Oro)
 
 
La obra de caridad más propia de nuestro tiempo: no publicar libros superfluos. 
ORTEGA Y GASSET 
Desarrollo programa 
 
 
 
 
 

BIBLIOGRAFÍA 
(ampliación) 

LECTURA 

TEXTO 

TAREAS 

PEQUEÑAS CUESTIONES SURGIDAS EN CLASE 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 

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QUINTA  SEMANA (3 nov.) 

La España de Cervantes y el nacimiento del Quijote

Tema III: El arte narrativo cervantino:  

4. El arte de Cervantes:

  1. El recurso a Cide Hamete, Historiador arábigo.

  2. El manuscrito encontrado

  3. Novelas interpoladas.

  4. Creación de personajes: Grisóstomo y Marcela.

  5. La estructura paródica del Quijote": la fusión de géneros.

  6. Perspectivismo: Contar/Murmurar/Filosofar.

    1. Humor: erotismo.

    2. Ironía

    3. Ambigüedad

    4. Equívoco

    5. Lectura en clave.

 

BIBLIOGRAFÍA (para ampliación de los estudiantes): 
 

Véase la bibliografía general del tema.  No obstante, si lo deseas, puedes acudir a las monografías que puntualmente, para cada tema,  se citan en el desarrollo del programa.

ZIOMEK, Henryk, Lo grotesco en la literatura española del Siglo de Oro, Madrid, Ed. Alcalá, 1983.

Definición del concepto de lo "grotesco" y análisis de su presencia en la prosa, en el teatro y en la poesía de la época.

RILEY, E. C., Teoría de la novela en Cervantes, Madrid, Taurus, 1966. 

Blasco, Francisco J., Cervantes, raro inventor, Universidad de Gauanjuato, 1998.

MARQUEZ VILLANUEVA, F., Personajes y temas del Quijote, Madrid, Taurus, 1975.

Excelente conjunto de estudios sobre algunos de los principales perosnajes del Quijote. Sobresale, a mi entender, los que dedica a "El caballero del verde gabán" y a "Zoraida", ambos ejemplificadores de la capacidad de Cervantes para contruir personajes a partir de materiales literarios procedentes de la tradición.

MARTINEZ BONATI, Félix, El Quijote y la poética de la novela, Alcalá de Henares, Centro

Estudio del arte de la novela en el Quijote. Sobre todo me interesa el capítulo segundo, en el que se estudia los elementos de discurso de que Cervantes se vale para integrar todos los elementos de su novela en una unidad; así mismo interesa el capítulo tercero, que se ocupa de la "construcción de la verdad" en los universos de ficción. Además se ocupa del análisis de los personajes del Quijote  desde la perspectiva del género.

PERCAS DE PONSET, H., Cervantes y su concepto del arte, Madrid, Gredos, 1979.

Interesante estudio del arte narrativo cervantino, que en la línea defendida desde hace años por Riley interpreta en la clave de la preceptiva neoaristotélica italiana (Tasso, sobre todo). Especial interés en su análsis del juego de narradores.

 

----------, Cervantes the Writer and Painter of "Don Quijote", Columbia, University of Missouri Press, 1988.

Lectura del Quijote  desde la tesis de que en el libro de Cervantes se superponen dos formas de relato: la acción que es referida por el narrador y los diálogos, que son una  presentación  de otro nivel de información. Relato y pintura que Cervantes, desde arriba controla y domina a su antojo.

 

RILEY, E. C., Introducción al Quijote, Barcelona, Crítica, 1990.

Libro excelente y muy útil. Pasa revista a la bibliografía cervantina, situando con justicia los más relevantes estudios para cada uno de los grandes temas planteados por la genial obra de don Miguel: biografía cervantina, el ambiente cultural y literario en el que se desarrolla su obra, la influencia en Cervantes de la teoría literaria de la época, la movilidad de los géneros narativos, las fuentes, la estructura de cada una de las partes, los personajes, los episodios, el punto de vista narrativo...

 

TORRENTE BALLESTER, G.,  El "Quijote" como juego, Madrid, Guadarrama, 1975.

Torrente llega al "Quijote" desde la perspectiva del creador, por eso su lectura está cargada de tantas sugerencias: para él el Quijote es la historia de alguien que no está loco, sino que apuesta por vivir con una intensidad que sólo el juego puede proporcionarle. Don Quijote es un niño y comercia con la realidad como los niños lo hacen en sus juegos.

 

URBINA, Eduardo, El sin par Sancho Panza: parodia y creación, Barcelona, Anthropos, 1991.

Parte de la bibliografía cervantina sobre la figura de Sancho, revisa las lecturas de éste  como parodia, como suma de materiales folklóricos, como emparentado con el carnaval. Urbina rastrea además las deudas cervantinas con la figura del escudero-enano de los relatos caballerescos, especialmente con Gandalín.

 

 

LECTURA 


 

TEXTO COMENTADO 


CAPÍTULO XII

 De lo que contó un cabrero a los que estaban con don Quijote

 Estando en esto, llegó otro mozo de los que les traían del aldea el bastimento, y dijo:

 -¿Sabéis lo que pasa en el lugar, compañeros?

 -¿Cómo lo podemos saber? -respondió uno dellos.

 -Pues sabed -prosiguió el mozo- que murió esta mañana aquel famoso pastor estudiante llamado Grisóstomo, y se murmura que ha muerto de amores de aquella endiablada moza de Marcela, la hija de Guillermo el rico, aquélla que se anda en hábito de pastora por esos andurriales.

 -Por Marcela dirás -dijo uno.

 -Por ésa digo -respondió el cabrero-. Y es lo bueno que mandó en su testamento que le enterrasen en el campo, como si fuera moro, y que sea al pie de la peña donde está la fuente del alcornoque; porque, según es fama, y él dicen que lo dijo, aquel lugar es adonde él la vio la vez primera. Y también mandó otras cosas, tales que los abades del pueblo dicen que no se han de cumplir, ni es bien que se cumplan, porque parecen de gentiles. A todo lo cual responde aquel gran su amigo Ambrosio, el estudiante, que también se vistió de pastor con él, que se ha de cumplir todo, sin faltar nada, como lo dejó mandado Grisóstomo, y sobre esto anda el pueblo alborotado; mas, a lo que se dice, en fin se hará lo que Ambrosio y todos los pastores sus amigos quieren; y mañana le vienen a enterrar con gran pompa adonde tengo dicho. Y tengo para mí que ha de ser cosa muy de ver; a lo menos, yo no dejaré de ir a verla, si supiese no volver mañana al lugar.

[…]

-Perdonad, amigo -dijo don Quijote-; […] y proseguid vuestra historia, que no os replicaré más en nada.

 -«Digo, pues, señor mío de mi alma -dijo el cabrero-, que en nuestra aldea hubo un labrador aún más rico que el padre de Grisóstomo, el cual se llamaba Guillermo, y al cual dio Dios, amén de las muchas y grandes riquezas, una hija, de cuyo parto murió su madre, que fue la más honrada mujer que hubo en todos estos contornos. No parece sino que ahora la veo, con aquella cara que del un cabo tenía el sol y del otro la luna; y, sobre todo, hacendosa y amiga de los pobres, por lo que creo que debe de estar su ánima a la hora de [a]hora gozando de Dios en el otro mundo. De pesar de la muerte de tan buena mujer murió su marido Guillermo, dejando a su hija Marcela, muchacha y rica, en poder de un tío suyo sacerdote y beneficiado en nuestro lugar. Creció la niña con tanta belleza que nos hacía acordar de la de su madre, que la tuvo muy grande; y, con todo esto, se juzgaba que le había de pasar la de la hija. Y así fue, que, cuando llegó a edad de catorce a quince años, nadie la miraba que no bendecía a Dios, que tan hermosa la había criado, y los más quedaban enamorados y perdidos por ella. Guardábala su tío con mucho recato y con mucho encerramiento; pero, con todo esto, la fama de su mucha hermosura se estendió de manera que, así por ella como por sus muchas riquezas, no solamente de los de nuestro pueblo, sino de los de muchas leguas a la redonda, y de los mejores dellos, era rogado, solicitado e importunado su tío se la diese por mujer. Mas él, que a las derechas es buen cristiano, aunque quisiera casarla luego, así como la vía de edad, no quiso hacerlo sin su consentimiento, sin tener ojo a la ganancia y granjería que le ofrecía el tener la hacienda de la moza, dilatando su casamiento. Y a fe que se dijo esto en más de un corrillo en el pueblo, en alabanza del buen sacerdote.» Que quiero que sepa, señor andante, que en estos lugares cortos de todo se trata y de todo se murmura; y tened para vos, como yo tengo para mí, que debía de ser demasiadamente bueno el clérigo que obliga a sus feligreses a que digan bien dél, especialmente en las aldeas.

-Así es la verdad -dijo don Quijote-, y proseguid adelante, que el cuento es muy bueno, y vos, buen Pedro, le contáis con muy buena gracia.

 -La del Señor no me falte, que es la que hace al caso. «Y en lo demás sabréis que, aunque el tío proponía a la sobrina y le decía las calidades de cada uno en particular, de los muchos que por mujer la pedían, rogándole que se casase y escogiese a su gusto, jamás ella respondió otra cosa sino que por entonces no quería casarse, y que, por ser tan muchacha, no se sentía hábil para poder llevar la carga del matrimonio. Con estas que daba, al parecer justas escusas, dejaba el tío de importunarla, y esperaba a que entrase algo más en edad y ella supiese escoger compañía a su gusto. Porque decía él, y decía muy bien, que no habían de dar los padres a sus hijos estado contra su voluntad. Pero hételo aquí, cuando no me cato, que remanece un día la melindrosa Marcela hecha pastora; y, sin ser parte su tío ni todos los del pueblo, que se lo desaconsejaban, dio en irse al campo con las demás zagalas del lugar, y dio en guardar su mesmo ganado. Y, así como ella salió en público y su hermosura se vio al descubierto, no os sabré buenamente decir cuántos ricos mancebos, hidalgos y labradores han tomado el traje de Grisóstomo y la andan requebrando por esos campos. Uno de los cuales, como ya está dicho, fue nuestro difunto, del cual decían que la dejaba de querer, y la adoraba. Y no se piense que porque Marcela se puso en aquella libertad y vida tan suelta y de tan poco o de ningún recogimiento, que por eso ha dado indicio, ni por semejas, que venga en menoscabo de su honestidad y recato; antes es tanta y tal la vigilancia con que mira por su honra, que de cuantos la sirven y solicitan ninguno se ha alabado, ni con verdad se podrá alabar, que le haya dado alguna pequeña esperanza de alcanzar su deseo. Que, puesto que no huye ni se esquiva de la compañía y conversación de los pastores, y los trata cortés y amigablemente, en llegando a descubrirle su intención cualquiera dellos, aunque sea tan justa y santa como la del matrimonio, los arroja de sí como con un trabuco. Y con esta manera de condición hace más daño en esta tierra que si por ella entrara la pestilencia; porque su afabilidad y hermosura atrae los corazones de los que la tratan a servirla y a amarla, pero su desdén y desengaño los conduce a términos de desesperarse; y así, no saben qué decirle, sino llamarla a voces cruel y desagradecida, con otros títulos a éste semejante[s], que bien la calidad de su condición manifiestan. Y si aquí estuviésedes, señor, algún día, veríades resonar estas sierras y estos valles con los lamentos de los desengañados que la siguen. No está muy lejos de aquí un sitio donde hay casi dos docenas de altas hayas, y no hay ninguna que en su lisa corteza no tenga grabado y escrito el nombre de Marcela; y encima de alguna, una corona grabada en el mesmo árbol, como si más claramente dijera su amante que Marcela la lleva y la merece de toda la hermosura humana. Aquí sospira un pastor, allí se queja otro; acullá se oyen amorosas canciones, acá desesperadas endechas. Cuál hay que pasa todas las horas de la noche sentado al pie de alguna encina o peñasco, y allí, sin plegar los llorosos ojos, embebecido y transportado en sus pensamientos, le halló el sol a la mañana; y cuál hay que, sin dar vado ni tregua a sus suspiros, en mitad del ardor de la más enfadosa siesta del verano, tendido sobre la ardiente arena, envía sus quejas al piadoso cielo. Y déste y de aquél, y de aquéllos y de éstos, libre y desenfadadamente triunfa la hermosa Marcela; y todos los que la conocemos estamos esperando en qué ha de parar su altivez y quién ha de ser el dichoso que ha de venir a domeñar condición tan terrible y gozar de hermosura tan estremada.» Por ser todo lo que he contado tan averiguada verdad, me doy a entender que también lo es la que nuestro zagal dijo que se decía de la causa de la muerte de Grisóstomo. Y así, os aconsejo, señor, que no dejéis de hallaros mañana a su entierro, que será muy de ver, porque Grisóstomo tiene muchos amigos, y no está de este lugar a aquél donde manda enterrarse media legua […]

 

CAPÍTULO XIII

Donde se da fin al cuento de la pastora Marcela,

con otros sucesos

[…] Cesó esta plática y comenzóse otra, preguntando el que se llamaba Vivaldo a don Quijote qué era la ocasión que le movía a andar armado de aquella manera por tierra tan pacífica. […] Apenas le oyeron esto, cuando todos le tuvieron por loco; y por averiguarlo más y ver qué género de locura era el suyo, le tornó a preguntar Vivaldo que qué quería decir caballeros andantes.

 -¿No han vuestras mercedes leído -respondió don Quijote- los anales e historias de Ingalaterra, donde se tratan las famosas fazañas del rey Arturo […] Esto, pues, señores, es ser caballero andante ,y la que he dicho es la orden de su caballería; en la cual, como otra vez he dicho, yo, aunque pecador, he hecho profesión, y lo mesmo que profesaron los caballeros referidos profeso yo. Y así, me voy por estas soledades y despoblados buscando las aventuras, con ánimo deliberado de ofrecer mi brazo y mi persona a la más peligrosa que la suerte me deparare, en ayuda de los flacos y menesterosos.

[…]

 Y Vivaldo, que era persona muy discreta y de alegre condición, por pasar sin pesadumbre el poco camino que decían que les faltaba, al llegar a la sierra del entierro, quiso darle ocasión a que pasase más adelante con sus disparates. Y así, le dijo:

 -Paréceme, señor caballero andante, que vuestra merced ha profesado una de las más estrechas profesiones que hay en la tierra, y tengo para mí que aun la de los frailes cartujos no es tan estrecha.

 -Tan estrecha bien podía ser -respondió nuestro don Quijote-, pero tan necesaria en el mundo no estoy en dos dedos de ponello en duda. Porque, si va a decir verdad, no hace menos el soldado que pone en ejecución lo que su capitán le manda que el mesmo capitán que se lo ordena. Quiero decir que los religiosos, con toda paz y sosiego, piden al cielo el bien de la tierra; pero los soldados y caballeros ponemos en ejecución lo que ellos pide[n], defendiéndola con el valor de nuestros brazos y filos de nuestras espadas; no debajo de cubierta, sino al cielo abierto, puestos por blanco de los insufribles rayos del sol en verano y de los erizados yelos del invierno. Así que, somos ministros de Dios en la tierra, y brazos por quien se ejecuta en ella su justicia. […] Y si algunos subieron a ser emperadores por el valor de su brazo, a fe que les costó buen porqué de su sangre y de su sudor; y que si a los que a tal grado subieron les faltaran encantadores y sabios que los ayudaran, que ellos quedaran bien defraudados de sus deseos y bien engañados de sus esperanzas.

 -De ese parecer estoy yo -replicó el caminante-; pero una cosa, entre otras muchas, me parece muy mal de los caballeros andantes, y es que, cuando se ven en ocasión de acometer una grande y peligrosa aventura, en que se vee manifiesto peligro de perder la vida, nunca en aquel instante de acometella se acuerdan de encomendarse a Dios, como cada cristiano está obligado a hacer en peligros semejantes; antes se encomiendan a sus damas, con tanta gana y devoción como si ellas fueran su Dios: cosa que me parece que huele algo a gentilidad.

 -Señor -respondió don Quijote-, eso no puede ser menos en ninguna manera, y caería en mal caso el caballero andante que otra cosa hiciese; que ya está en uso y costumbre en la caballería andantesca que el caballero andante que, al acometer algún gran fecho de armas, tuviese su señora delante, vuelva a ella los ojos blanda y amorosamente, como que le pide con ellos le favorezca y ampare en el dudoso trance que acomete; y aun si nadie le oye, está obligado a decir algunas palabras entre dientes, en que de todo corazón se le encomiende; y desto tenemos innumerables ejemplos en las historias. Y no se ha de entender por esto que han de dejar de encomendarse a Dios; que tiempo y lugar les queda para hacerlo en el discurso de la obra.

[…]

-Luego, si es de esencia que todo caballero andante haya de ser enamorado -dijo el caminante-, bien se puede creer que vuestra merced lo es, pues es de la profesión. Y si es que vuestra merced no se precia de ser tan secreto como don Galaor, con las veras que puedo le suplico, en nombre de toda esta compañía y en el mío, nos diga el nombre, patria, calidad y hermosura de su dama; que ella se tendría por dichosa de que todo el mundo sepa que es querida y servida de un tal caballero como vuestra merced parece.

 Aquí dio un gran suspiro don Quijote,y dijo:

 -Yo no podré afirmar si la dulce mi enemiga gusta, o no, de que el mundo sepa que yo la sirvo; sólo sé decir, respondiendo a lo que con tanto comedimiento se me pide, que su nombre es Dulcinea; su patria, el Toboso, un lugar de la Mancha; su calidad, por lo menos, ha de ser de princesa, pues es reina y señora mía; su hermosura, sobrehumana, pues en ella se vienen a hacer verdaderos todos los imposibles y quiméricos atributos de belleza que los poetas dan a sus damas: que sus cabellos son oro, su frente campos elíseos, sus cejas arcos del cielo, sus ojos soles, sus mejillas rosas, sus labios corales, perlas sus dientes, alabastro su cuello, mármol su pecho, marfil sus manos, su blancura nieve, y las partes que a la vista humana encubrió la honestidad son tales, según yo pienso y entiendo, que sólo la discreta consideración puede encarecerla[s], y no compararlas […]


 

TAREAS 

 
 

PEQUEÑAS CUESTIONES SURGIDAS EN CLASE 

 
 

1. Episodio pastoril. Doble relación de Cervantes con lo pastoril. Relación del episodio de Marcela con el de Ginebra en el Orlando furioso, de Ariosto.

2. No muerte, sino suicidio. No se puede expresar después de Trento, cuando antes habían sido frecuentes en J. del Encina o en Rojas. Cervantes investiga este espíritu, pero se cuida de escandalizar a sus lectores.

3. Nombres de los padres de la Iglesia.

4. Hábito de pastora. Todos llevamos un hábito.

5. Frecuentes anfibologías en Cervantes: “la moza de Marcela”, “el asno de Sancho”.

6. No hay ceremonias religiosas.

7. Valoración de la limosna como medio de salvación.

8. La mujer no debe ir al matrimonio contra su voluntad. Cervantes una valoración muy moderna de la mujer y de su papel en la sociedad. Enfrentar esto a la valoración que Pedro hace del tío cura de Marcela, que no considera las ganancias del matrimonio. Gran diferencia con Lope, donde los matrimonios felices son los que se realizan como negocio.

9. Idea de que de un bien  (hermosura) y más sumado a otro (la virtud) puede convertirse en un mal: “pestilencia”.

 






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