Estudios monográficos. Narrativa  (Edad Media y Siglos de Oro)


Leer un libro es ser sucesivamente los diversos personajes del libro. 
BORGES
Desarrollo programa
 
 

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PRIMERA SEMANA (6 oct.)
 

La España de Cervantes y el nacimiento del Quijote

TEMA I: Las biografías de Cervantes

 

1. Documentación.

2. Algunos hitos importantes de su biografía

Infancia y juventud.

Juan de Sigura.

Milicia.

Cautiverio.

Andante en corte.

Recaudador de alcábalas.

Escritor.

Vida familiar. El caso Ezpeleta.

3. Conjeturas, hipótesis e interpretaciones.

4. Las biografías existentes. Académicas. Noveladas.

5. Difuminado perfil de Miguel de Cervantes.

6. El sitio  de Cervantes en la España del momento

 

(BIBLIOGRAFÍA de ampliación):

Véase la bibliografía general del tema.  No obstante, si lo deseas, puedes acudir a las monografías que puntualmente, para cada tema,  se citan en el desarrollo del programa.. 

Cortines Murube, Felipe: Cervantes en Argel y sus libertadores trinitarios. Sevilla: Gráficas Tirvia, 1950, 188 pgs.

Riquer, Martín de: Cervantes, Passamonte y Avellaneda. Barcelona: Sirmio, 1988, 164 pgs.

 Cristóbal Pérez Pastor, Documentos cervantinos hasta ahora inéditos recogidos y anotados, Madrid, Fortanet, 1897-1902, 2 t.

Francisco Rodríguez Marín, Nuevos documentos cervantinos hasta ahora inéditos, Madrid, Tipografía de la Revista de Archivos, Bibliotecas y Museos, 1914.

García Rey, Nuevos documentos cervantinos hasta ahora inéditos, Madrid, imprenta Municipal, 1929.

José de la Torre y del Cerro, La familia de Miguel de Cervantes Saavedra, Córdoba, imprenta La Comercial, 1923.

--------,“Cinco documentos cervantinos” en el Boletín de la Real Academia de Ciencia… de Córdoba, 12, 1925) y hoy K. Sliwa.

Mayans y Siscar, Vida de Cervantes,  1737.

Juan Antonio Pellicer, "Biografía cervantina", en la edición del Quijote de Sancha (Madrid: 1778).

Vicente de los Ríos, "Biografía", en la edición del Quijote de la Real Academia Española (Madrid: 1780).

La biografía de Martín Fernández de Navarrete, Vida de Miguel de Cervantes Saavedra, Madrid, Real Academia Española, 1819.

Ramón León Maínez, "Biografía", en su edición del Quijote (Cádiz, La Mercantil, 1876) y en Cervantes y su época (Jerez dela Frontera, Litografía Jerezana, 1901).

José María Asensio y Toledo, Nuevos documentos para ilustrar la vida de Miguel de Cervantes Saavedra, Sevilla, J. M Geofría, 1864.

Sliwa, Krzysztof, Lista e índices de los documentos cervantinos, M.A. Tesina. Florida State U, 1995. vii + 393 pp.

Babelon, Jean, Cervantes, Madrid: Anaya & Mario Muchnik 1994 236 pp

Marías Julián, Cervantes clave española , Madrid, Alianza, 1981.

Jean Canavaggio, “La dimensión autobiográfica del Viaje del Parnaso,” Cervantes 1 (1981), 29-41,

CANAVAGGIO, J., , Cervantes, Madrid, Espasa-Calpe, 1987.

Replanteamiento riguroso, documentado y sensato de la biobibliografía cervantina, en un momento en el que han proliferado (Rossi, Arrabal...) las biografías imaginarias, desacralizadoras sin fundamento. Asume e incorpora toda la documentación que los biógrafos anteriores (como Cotarelo, Navarro Ledesma, Astrana Marín, Pérez Pastor o Rodríguez Marín) habían hecho acopio.

 

----------, “Cervantes en primera persona,” Journal of Hispanic Philology 2 (1977), 35-44.

 Américo Castro, “Los prólogos al Quijote,” y “La ejemplaridad de las novelas cervantinas,” en Hacia Cervantes, Madrid, 1960), 231-66.

Mary Gaylord Randel, “Cervantes' Portrait of the Artist,” Cervantes 3 (1983), 83-102.

 -------------, “Cervantes' Portraits and Literary Theory,” Cervantes 6 (1986), 57-80;

Elias Rivers, “Cervantes' Journey to Parnassus,” Modern Language Notes 85 (1970), 243-48.

----------------, “On the Prefatory Pages of Don Quixote Part II,” Modern Language Notes 75 (1960), 214-21.

----------------, “Viaje del Parnaso y poesías sueltas; Suma Cervantina, ed. J. B. Avalle-Arce and E. C. Riley (London, 1973), 119-46

---------------,  “¿Cómo leer el Viaje del Parnaso?,” en III Coloquio Internacional de la Asociación de Cervantistas, Alcalá de Henares, Noviembre 1990.

Mario Socrate, Prologhi al “Don Chisciotte” (Padua, 1974).

Geoffrey Stagg, “Propaganda and Poetics on Parnassus: Cervantes's Viaje del Parnaso,” Cervantes 8 (1988), 23-38.

 

LECTURAS:

El Quijote de la Mancha, (ed. Francisco Rico), Barcelona, Ed. Crítica, 1998.
 

TEXTO PARA EL COMENTARIO

1. "Prólogo" a las Novelas ejemplares

Quisiera yo, si fuera posible, lector amantísimo, escusarme de escribir este prólogo, porque no me fue tan bien con el que puse en mi Don Quijote, que quedase con gana de segundar con éste. Desto tiene la culpa algún amigo, de los muchos que en el discurso de mi vida he granjeado, antes con mi condición que con mi ingenio; el cual amigo bien pudiera, como es uso y costumbre, grabarme y esculpirme en la primera hoja deste libro, pues le diera mi retrato el famoso don Juan de Jáurigui, y con esto quedara mi ambición satisfecha, y el deseo de algunos que querrían saber qué rostro y talle tiene quien se atreve a salir con tantas invenciones en la plaza del mundo, a los ojos de las gentes, poniendo debajo del retrato: "Este que veis aquí, de rostro aguileño, de cabello castaño, frente lisa y desembarazada, de alegres ojos y de nariz corva, aunque bien proporcionada; las barbas de plata, que no ha veinte años que fueron de oro, los bigotes grandes, la boca pequeña, los dientes ni menudos ni crecidos, porque no tiene sino seis, y ésos mal acondicionados y peor puestos, porque no tienen correspondencia los unos con los otros; el cuerpo entre dos estremos, ni grande, ni pequeño, la color viva,antes blanca que morena; algo cargado de espaldas, y no muy ligero de pies; éste digo que es el rostro del autor de La Galatea y de Don Quijote de la Mancha, y del que hizo el Viaje del Parnaso, a imitación del de César Caporal Perusino, y otras obras que andan por ahí descarriadas y, quizá, sin el nombre de su dueño. Llámase comúnmente Miguel de Cervantes Saavedra. Fue soldado muchos años, y cinco y medio cautivo, donde aprendió a tener paciencia en las adversidades.

 Perdió en la batalla naval de Lepanto la mano izquierda de un arcabuzazo, herida que, aunque parece fea, él la tiene por hermosa, por haberla cobrado en la más memorable y alta ocasión que vieron los pasados siglos, ni esperan ver los venideros, militando debajo de las vencedoras banderas del hijo del rayo de la guerra, Carlo Quinto, de felice memoria". Y cuando a la deste amigo, de quien me quejo, no ocurrieran otras cosas de las dichas que decir de mí, yo me levantara a mí mismo dos docenas de testimonios, y se los dijera en secreto, con que estendiera mi nombre y acreditara mi ingenio. Porque pensar que dicen puntualmente la verdad los tales elogios es disparate, por no tener punto preciso ni determinado las alabanzas ni los vituperios.

 En fin, pues ya esta ocasión se pasó, y yo he quedado en blanco y sin figura, será forzoso valerme por mi pico, que, aunque tartamudo, no lo será para decir verdades, que, dichas por señas, suelen ser entendidas. Y así, te digo otra vez, lector amable, que destas novelas que te ofrezco, en ningún modo podrás hacer pepitoria, porque no tienen pies, ni cabeza, ni entrañas, ni cosa que les parezca; quiero decir que los requiebros amorosos que en algunas hallarás, son tan honestos, y tan medidos con la razón y discurso cristiano, que no podrán mover a mal pensamiento al descuidado o cuidadoso que las leyere.

 Heles dado nombre de ejemplares, y si bien lo miras, no hay ninguna de quien no se pueda sacar algún ejemplo provechoso; y si no fuera por no alargar este sujeto, quizá te mostrara el sabroso y honesto fruto que se podría sacar, así de todas juntas como de cada una de por sí. Mi intento ha sido poner en la plaza de nuestra república una mesa de trucos, donde cada uno pueda llegar a entretenerse, sin daño de barras: digo,sin daño del alma ni del cuerpo, porque los ejercicios honestos y agradables antes aprovechan que dañan.

 Sí, que no siempre se está en los templos, no siempre se ocupan los oratorios, no siempre se asiste a los negocios, por calificados que sean. Horas hay de recreación, donde el afligido espíritu descanse. Para este efeto se plantan las alamedas, se buscan las fuentes, se allanan las cuestas y se cultivan con curiosidad los jardines. Una cosa me atreveré a decirte, que si por algún modo alcanzara que la lección destas novelas pudiera inducir a quien las leyera a algún mal deseo o pensamiento, antes me cortara la mano con que las escribí que sacarlas en público. Mi edad no está ya para burlarse con la otra vida, que al cincuenta y cinco de los años gano por nueve más y por la mano.

 A esto se aplicó mi ingenio, por aquí me lleva mi inclinación, y más, que me doy a entender, y es así, que yo soy el primero que he novelado en lengua castellana, que las muchas novelas que en ella andan impresas todas son traducidas de lenguas estranjeras, y éstas son mías propias, no imitadas ni hurtadas: mi ingenio las engendró, y las parió mi pluma, y van creciendo en los brazos de la estampa. Tras ellas, si la vida no me deja, te ofrezco los Trabajos de Persiles, libro que se atreve a competir con Heliodoro, si ya por atrevido no sale con las manos en la cabeza; y primero verás, y con brevedad dilatadas, las hazañas de don Quijote y donaires de Sancho Panza, y luego las Semanas del jardín. Mucho prometo con fuerzas tan pocas como las mías, pero ¿quién pondrá rienda a los deseos? Sólo esto quiero que consideres, que, pues yo he tenido osadía de dirigir estas novelas al gran Conde de Lemos, algún misterio tienen escondido que las levanta.

 No más, sino que Dios te guarde y a mí me dé paciencia para llevar bien el mal que han de decir de mí más de cuatro sotiles y almidonados. Vale.

 

 

2. Fragmento del Viaje del Parnaso.

Yo, que siempre trabajo y me desvelo 25

por parecer que tengo de poeta

la gracia que no quiso darme el cielo,

quisiera despachar a la estafeta

mi alma, o por los aires, y ponella

sobre las cumbres del nombrado Oeta, 30

pues, descubriendo desde allí la bella

corriente de Aganipe, en un saltico

pudiera el labio remojar en ella,

y quedar del licor süave y rico

el pancho lleno, y ser de allí adelante 35

poeta ilustre, o al menos magnifico.

Mas mil inconvenientes al instante

se me ofrecieron, y quedó el deseo

en cierne, desvalido e ignorante.

Porque [en] la piedra que en mis hombros veo, 40

que la Fortuna me cargó pesada,

mis mal logradas esperanzas leo.

Las muchas leguas de la gran jornada

se me representaron, que pudieran

torcer la voluntad aficionada, 45

si en aquel mesmo istante no acudieran

los humos de la fama a socorrerme,

y corto y fácil el camino hicieran.

Dije entre mí: «si yo viniese a verme

en la difícil cumbre deste monte, 50

y una guirnalda de laurel ponerme,

no envidiaría el bien decir de Aponte,

ni del muerto Galarza la agudeza,

en manos blando, en lengua Rodomonte».

Mas, como de un error otro se empieza, 55

creyendo a mi deseo, di al camino

los pies, porque di al viento la cabeza.

En fin, sobre las ancas del Destino,

llevando a la Elección puesta en la silla,

hacer el gran vïaje determino. 60

Si esta cabalgadura maravilla,

sepa el que no lo sabe que se usa

por todo el mundo, no sólo en Castilla.

Ninguno tiene o puede dar escusa

de no oprimir desta gran bestia el lomo, 65

ni mortal caminante lo rehúsa.

Suele tal vez ser tan ligera como

va por el aire el águila o saeta,

y tal vez anda con los pies de plomo.

Pero, para la carga de un poeta, 70

siempre ligera, cualquier bestia puede

llevarla, pues carece de maleta;

que es caso ya infalible que, aunque herede

riquezas un poeta, en poder suyo

no aumentarlas, perderlas le sucede. 75

Desta verdad ser la ocasión arguyo

que tú, ¡oh gran padre Apolo!, les infundes

en sus intentos el intento tuyo.

Y, como no le mezclas ni confundes

en cosas de agibílibus rateras, 80

ni en el mar de ganancia vil le hundes,

ellos, o traten burlas o sean veras,

sin aspirar a la ganancia en cosa,

sobre el convexo van de las esferas,

pintando en la palestra rigurosa 85

las acciones de Marte, o entre las flores

las de Venus, más blanda y amorosa.

Llorando guerras o cantando amores,

la vida como en sueño se les pasa,

o como suele el tiempo a jugadores. 90

Son hechos los poetas de una masa

dulce, süave, correosa y tierna,

y amiga del hogar de ajena casa.

El poeta más cuerdo se gobierna

por su antojo baldío y regalado, 95

de trazas lleno y de ignorancia eterna.

Absorto en sus quimeras, y admirado

de sus mismas acciones, no procura

llegar a rico como a honroso estado.

Vayan, pues, los leyentes con letura, 100

cual dice el vulgo mal limado y bronco,

que yo soy un poeta desta hechura:

cisne en las canas, y en la voz un ronco

y negro cuervo, sin que el tiempo pueda

desbastar de mi ingenio el duro tronco; 105

y que en la cumbre de la varia rueda

jamás me pude ver sólo un momento,

pues cuando subir quiero, se está queda.

Pero, por ver si un alto pensamiento

se puede prometer feliz suceso, 110

seguí el viaje a paso tardo y lento.

Un candeal con ocho mis de queso

fue en mis alforjas mi repostería,

útil al que camina y leve peso.

«Adiós», dije a la humilde choza mía; 115

«adiós, Madrid; adiós tu Prado y fuentes,

que manan néctar, llueven ambrosía;

adiós, conversaciones suficientes

a entretener un pecho cuidadoso

y a dos mil desvalidos pretendientes; 120

adiós, sitio agradable y mentiroso,

do fueron dos gigantes abrasados

con el rayo de Júpiter fogoso;

adiós, teatros públicos, honrados

por la ignorancia, que ensalzada veo 125

en cien mil disparates recitados;

adiós, de San Felipe el gran paseo,

donde si baja o sube el turco galgo,

como en gaceta de Venecia leo;

adiós, hambre sotil de algún hidalgo, 130

que por no verme ante tus puertas muerto,

hoy de mi patria y de mí mismo salgo».

 

 

 

 

3.  Fragmento del prólogo a Ocho comedias y ocho entremeses
 

No puedo dejar, lector carísimo, de suplicarte me perdones si vieres que en este prólogo salgo algún tanto de mi acostumbrada modestia. Los días pasados me hallé en una conversación de amigos, donde se trató de comedias y de las cosas a ellas concernientes, y de tal manera las subtilizaron y atildaron, que, a mi parecer, vinieron a quedar en punto de toda perfección.

 Tratóse también de quién fue el primero que en España las sacó de mantillas, y las puso en toldo y vistió de gala y apariencia; yo, como el más viejo que allí estaba,dije que me acordaba de haber visto representar al gran Lope de Rueda, varón insigne en la representación y en el entendimiento. Fue natural de Sevilla y de oficio ba[t]ihoja, que quiere decir de los que hacen panes de oro; fue admirable en la poesía pastoril, y en este modo, ni entonces ni después acá ninguno le ha llevado ventaja; y, aunque por ser muchacho yo entonces, no podía hacer juicio firme de la bondad de sus versos, por algunos que me quedaron en la memoria, vistos agora en la edad madura que tengo, hallo ser verdad lo que he dicho; y si no fuera por no salir del propósito de prólogo, pusiera aquí algunos que acreditaran esta verdad.

 En el tiempo deste célebre español, todos los aparatos de un autor de comedias se encerraban en un costal, y se cifraban en cuatro pellicos blancos guarnecidos de guadamecí dorado, y en cuatro barbas y cabelleras y cuatro cayados, poco más o menos. Las comedias eran unos coloquios, como églogas, entre dos o tres pastores y alguna pastora; aderezábanlas y dilatábanlas con dos o tres entremeses, ya de negra, ya de rufián, ya de bobo y ya de vizcaíno: que todas estas cuatro figuras y otras muchas hacía el tal Lope con la mayor excelencia y propiedad que pudiera imaginarse. No había en aquel tiempo tramoyas, ni desafíos de moros y cristianos, a pie ni a caballo; no había figura que saliese o pareciese salir del centro de la tierra por lo hueco del teatro, al cual componían cuatro bancos en cuadro y cuatro o seis tablas encima, con que se levantaba del suelo cuatro palmos; ni menos bajaban del cielo nubes con ángeles o con almas. El adorno del teatro era una manta vieja, tirada con dos cordeles de una parte a otra, que hacía lo que llaman vestuario, detrás de la cual estaban los músicos, cantando sin guitarra algún romance antiguo. Murió Lope de Rueda, y por hombre excelente y famoso le enterraron en la iglesia mayor de Córdoba (donde murió), entre los dos coros, donde también está enterrado aquel famoso loco Luis López.

 Sucedió a Lope de Rueda, Navarro, natural de Toledo, el cual fue famoso en hacer la figura de un rufián cobarde; éste levantó algún tanto más el adorno de las comedias y mudó el costal de vestidos en cofres y en baúles; sacó la música, que antes cantaba detrás de la manta, al teatro público; quitó las barbas de los farsantes, que hasta entonces ninguno representaba sin barba postiza, y hizo que todos representasen a cureña rasa, si no era los que habían de representar los viejos o otras figuras que pidiesen mudanza de rostro; inventó tramoyas, nubes, truenos y relámpagos, desafíos y batallas, pero esto no llegó al sublime punto en que está agora.

 Y esto es verdad que no se me puede contradecir, y aquí entra el salir yo de los límites de mi llaneza: que se vieron en los teatros de Madrid representar Los tratos de Argel, que yo compuse; La destruición de Numancia

y La batalla naval, donde me atreví a reducir las comedias a tres jornadas, de cinco que tenían; mostré, o, por mejor decir, fui el primero que representase las imaginaciones y los pensamientos escondidos del alma, sacando figuras morales al teatro, con general y gustoso aplauso de los oyentes; compuse en este tiempo hasta veinte comedias o treinta, que todas ellas se recitaron sin que se les ofreciese ofrenda de pepinos ni de otra cosa arrojadiza; corrieron su carrera sin silbos, gritas ni barahúndas. Tuve otras cosas en que ocuparme; dejé la pluma y las comedias, y entró luego el monstruo de naturaleza, el gran Lope de Vega, y alzóse con la monarquía cómica; avasalló y puso debajo de su juridición a todos los farsantes; llenó el mundo de comedias proprias, felices y bien razonadas, y tantas, que pasan de diez mil pliegos los que tiene escritos, y todas (que es una de las mayores cosas que puede decirse) las ha visto representar, o oído decir, por lo menos, que se han representado; y si algunos, que hay muchos, han querido entrar a la parte y gloria de sus trabajos, todos juntos no llegan en lo que han escrito a la mitad de lo que él sólo.

 Pero no por esto, pues no lo concede Dios todo a todos, dejen de tenerse en precio los trabajos del doctor Ramón, que fueron los más después de los del gran Lope; estímense las trazas artificiosas en todo estremo del licenciado Miguel Sánchez, la gravedad del doctor Mira de Mescua, honra singular de nuestra nación; la discreción e inumerables conceptos del canónigo Tá- rraga; la suavidad y dulzura de don Guillén de Castro, la agudeza de Aguilar; el rumbo, el tropel, el boato, la grandeza de las comedias de Luis Vélez de Guevara, y las que agora están en jerga del agudo ingenio de don Antonio de Galarza, y las que prometen Las fullerías de amor, de Gaspar de Avila, que todos éstos y otros algunos han ayudado a llevar esta gran máquina al gran Lope.

 Algunos años ha que volví yo a mi antigua ociosidad, y, pensando que aún duraban los siglos donde corrían mis alabanzas, volví a componer algunas comedias, pero no hallé pájaros en los nidos de antaño; quiero decir que no hallé autor que me las pidiese, puesto que sabían que las tenía; y así, las arrinconé en un cofre y las consagré y condené al perpetuo silencio. En esta sazón me dijo un librero que él me las comprara si un autor de título no le hubiera dicho que de mi prosa se podía esperar mucho, pero que del verso, nada; y, si va a decir la verdad, cierto que me dio pesadumbre el oírlo, y dije entre mí: "O yo me he mudado en otro, o los tiempos se han mejorado mucho; sucediendo siempre al revés, pues siempre se alaban los pasados tiempos". Torné a pasar los ojos por mis comedias, y por algunos entremeses míos que con ellas estaban arrinconados, y vi no ser tan malas ni tan malos que no mereciesen salir de las tinieblas del ingenio de aquel autor a la luz de otros autores menos escrupulosos y más entendidos. Aburríme y vendíselas al tal librero, que las ha puesto en la estampa como aquí te las ofrece. El me las pagó razonablemente; yo cogí mi dinero con suavidad, sin tener cuenta con dimes ni diretes de recitantes. Querría que fuesen las mejores del mundo, o, a lo menos, razonables; tú lo verás, lector mío, y si hallares que tienen alguna cosa buena,en topando a aquel mi maldiciente autor, dile que se emiende, pues yo no ofendo a nadie,y que advierta que no tienen necedades patentes y descubiertas, y que el verso es el mismo que piden las comedias, que ha de ser, de los tres estilos, el ínfimo, y que el lenguaje de los entremeses es proprio de las figuras que en ellos se introducen, y que, para enmienda de todo esto, le ofrezco una comedia que estoy componiendo, y la intitulo El engaño a los ojos, que, si no me engaño, le ha de dar contento. Y con esto, Dios te dé salud y a mí paciencia.

 

TAREAS

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1. Vida de Cervantes. Lectura de una biografía.

2. Cuestiones oscuras que percibes en la biografía cervantina.

1. Ideología

2. Soldado o poeta

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